Durante siglos las y los habitantes de México han seguido la “dieta de la milpa”, comiendo maíz, frijol, chile y calabaza. Sin embargo, al presentar su plan de acción el secretario de Agricultura, Julio Berdegué Sacristán, declaró que en nuestro país hay muy pocas semillas de frijol y arroz de buena calidad.
“Tenemos muy poquito frijol y arroz de muy buena calidad en México, entonces tenemos que multiplicar esa semilla”, dijo Berdegué Sacristán en la conferencia matutina de la presidenta Sheinbaum el 22 de octubre.
¿Esto significa que las semillas actuales nutran menos a la gente? No, el funcionario no se refirió al valor nutricional, sino al proceso de cultivo, que en estos momentos enfrenta retos importantes en una situación de cambio climático.
Para entender el tema conversamos con la doctora Julieta Rosell del Instituto de Ecología de la UNAM, y con el doctor Rafael Ortega Paczka, investigador de la Universidad Autónoma Chapingo. Ellos nos explicaron los retos de la agricultura en México, y lo que significa para la nutrición en el país.
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Si pensamos en el frijol, cuando se usa para consumo humano o animal, se le llama grano. Pero ese mismo frijol se puede plantar, y es cuando se utiliza para generar más cultivo. Entonces se le llama semilla.
Si el secretario se estuviera refiriendo a que los frijoles que tenemos actualmente no nutren lo suficiente, o no funcionan para la alimentación, el término que hubiera utilizado sería grano, pero al referirse a la semilla nos indica que hay problemas con la siembra de esta planta.
“La sequía del año pasado bajó mucho la siembra de frijol”, dijo el doctor Ortega Paczka respecto a los cultivos, “y en arroz, pues también. Hay necesidad de impulsar el cultivo de arroz, que estamos importando mucho también”.
Desde 2021, ha bajado considerablemente la producción de frijol nacional, según se observa en los datos de la Secretaría de Agricultura. Mientras que en 2021 se produjeron 442 mil toneladas en el mes más alto, en 2023 el mayor mes de producción sólo alcanzó las 122 mil toneladas.
Las semillas tradicionales son las variedades nativas de México, que los agricultores han domesticado y seleccionado de manera natural. Por otro lado, las semillas mejoradas se desarrollan con técnicas de genética, y son propiedad ya sea de empresas o son públicas cuando son creadas por el gobierno a través de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, o del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
“Estamos importando frijol, pero México tiene potencial para producir, o sea México tiene potencial para producir suficiente frijol y suficiente maíz de calidad”, refirió el doctor Ortega Paczka.
Las semillas tradicionales forman parte de nuestra historia y herencia cultural, y promueven la biodiversidad de las plantas.
Hay tres variedades de frijol: rositas, negros y pintos. La variedad rosita tiene un sabor ligero y son de fácil digestión, entre ellos se encuentran el Huitel 143, Flor de Mayo Eugenia y Junio León. La variedad negra tiene nutrientes densos y sabor rico, algunos tipos son Frailescano y Negro Altiplano. Los pintos son ricos en proteínas y fibra con un sabor versátil, entre ellos el pinto bayacora y el pinto centauro.
Las semillas mejoradas se desarrollan para resistir climas adversos, o ser resistentes a ciertas enfermedades y plagas. Son diferentes a los transgénicos, pues las semillas transgénicas tienen genes de otros organismos insertados.
“Las semillas mejoradas vienen de cruzas especiales dentro de la misma especie, que buscan mejorar ciertas características como resistencia a ciertos patógenos o a la sequía”, explicó la doctora Julieta Rosell a El Sabueso.
Los especialistas que consultamos mencionaron que ambas –mejoradas y tradicionales– son necesarias, y que México necesita impulsar sus propias variedades y tener una cartera amplia de semillas para enfrentar los cambios climáticos, conservando su autonomía. Es decir, sin depender por completo de las compras al extranjero.
Además de la baja en la producción de frijol, también ha disminuido su demanda entre la población.
De acuerdo con el artículo El papel del frijol en la salud nutrimental de la población mexicana publicado en la Revista Digital Universitaria de la UNAM, desde hace 20 años hay una tendencia marcada de abandono de la dieta tradicional mexicana, y a la par un aumento de la población que tiene sobrepeso u obesidad, afectando al 70% de mexicanos y mexicanas.
El consumo del frijol ha sido reemplazado por productos refinados, ultraprocesados y alimentos de origen animal con alta densidad calórica, debido a cambios en el estilo de vida de los mexicanos. Un factor importante es la creciente densidad poblacional de las ciudades y el abandono del campo.
“La concentración de los mexicanos en las ciudades, de los mexicanos que vivimos en zonas urbanas, ha provocado que se abandone la dieta tradicional mexicana,” explicó la doctora Rosell. “Los frijoles son laboriosos para prepararse. Ya no se consume frijol en la casa, porque simplemente no hay tiempo para prepararlo”.
Sin embargo, el frijol, junto al maíz, es uno de los alimentos que mayor valor nutricional aportan dentro de la dieta tradicional. En México existen más de cien variedades de frijol y cuentan con “una proporción importante de macro y micronutrimentos, así como otras sustancias bioactivas con efectos benéficos más allá de los nutrimentales”, según El papel del frijol en la salud nutrimental de la población mexicana.
De acuerdo con los datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, hasta 1988 México fue autosuficiente en la producción de arroz, pero a partir de ese año comenzó a depender de las importaciones. Desde 2017, México importa más del 70% del arroz que se consume en el país.
A pesar de esto, el arroz nacional, como el arroz de Morelos, destaca por su gran calidad nutrimental y cualidades de textura que incluso cuenta con denominación de origen. Tiene la peculiaridad de que su centro retiene almidón y lisina, lo cual hace que el arroz quede esponjado al cocinarlo.
La doctora Rosell explicó que impulsar el cultivo de semillas tradicionales, además de revivir la dieta tradicional mexicana, nos ayuda a preservar las plantas. Las semillas mejoradas se homogenizan pero las tradicionales ayudan a que a lo largo del tiempo pueda seguir existiendo el frijol. Esto se debe a que si llegara una enfermedad que afecta a un tipo de semilla, pueden las demás sobrevivir porque tienen factores únicos que las diferencian entre sí.
“Ahora ante las nuevas condiciones que está trayendo el cambio climático necesitamos tener mucha diversidad. Si convertimos a nuestros campos de cultivo en un monocultivo de una sola cosa, toda idéntica, si viene un patógeno o una plaga y le pega a esa planta, se va a acabar con todos los campos. pero en cambio, si tenemos cosas variadas, entonces le pegará a una parte, nos dejará el resto y entonces seremos resilientes a esas plagas y a esa variación en el clima”, aclaró la bióloga.
Por lo tanto, están impulsando un proyecto desde el Instituto de Ecología de la UNAM para que los mexicanos conozcan y reconozcan las variedades locales de frijol, para que exista más demanda y así se logre preservar la diversidad tradicional de las semillas mexicanas.
“Nuestro trabajo en la Universidad Nacional… estamos haciendo esfuerzos por tratar de mantener esa diversidad viva. Las semillas nativas. Es decir, que esta diversidad se mantenga viva. Esas semillas que mantienen los campesinos en sus campos, esas semillas milenarias”.
México sí tiene semillas de calidad, pero es necesario que se motive y se impulse su cultivo, apuntaron especialistas, ya que está directamente ligado a la nutrición de los mexicanos. Por lo tanto, una estrategia que promueva el cultivo y la biodiversidad de las semillas, también ayudará a mejorar la calidad de los alimentos que se consumen en el país.
La propuesta de la Secretaría de Agricultura y Julio Berdegué Sacristán es lograr la soberanía alimentaria de nuevo; es decir, dejar de importar el frijol, el arroz y el maíz que se consume en el país. Para lograr esto, buscan multiplicar las semillas de calidad que ya existen en México.
Buscan incrementar la producción de alimentos saludables–frijol, maíz, cebolla, jitomate, chile, trigo, sorgo, arroz, cacao, café y leche,– en 1,175 municipios con altos niveles de pobreza y potencial de producción.
Durante la primera fase se enfocarán en la producción de frijol en Zacatecas, Durango y Nayarit, para que al fin de sexenio se alcance incrementar la producción nacional en 300 mil toneladas para llegar a un total de 1 millón de toneladas de frijol y cultivar 763 mil hectáreas con semillas certificadas de alta calidad genética de frijol negro y pinto.
Para el arroz, se implementará el “Plan Campeche”, que busca la siembra de 60,000 hectáreas con semilla de arroz de alta calidad en el estado de Campeche. Con eso, pretenden aumentar la producción a 250,000 toneladas de arroz.
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