Recalentar alimentos es una práctica común, pero algunos alimentos pueden volverse inseguros o perder sus propiedades al ser recalentados.
Esto se debe a que ciertas bacterias pueden proliferar al calentarse de manera inadecuada o porque las propiedades nutricionales y organolépticas (sabor, textura) cambian negativamente.
Te comparto una lista de algunos alimentos que no se deben recalentar o que requieren precauciones especiales al hacerlo.
El pollo contiene una alta cantidad de proteínas, las cuales pueden cambiar su estructura al ser recalentadas, volviéndose más difíciles de digerir y pudiendo generar malestar estomacal.
Además, si no se recalienta uniformemente a la temperatura adecuada, puede favorecer el crecimiento de bacterias como la Salmonella.
Si es necesario recalentarlo, asegúrate de que alcance una temperatura interna de al menos 75°C (165°F).
El arroz cocido puede contener una bacteria que puede sobrevivir al proceso de cocción. Si el arroz se deja a temperatura ambiente después de ser cocido, las esporas pueden multiplicarse, y al recalentarlo, no se eliminan las toxinas.
Para evitarlo, almacena el arroz cocido en el refrigerador poco después de cocinarlo y recaliéntalo solo una vez.
Las papas, si se dejan a temperatura ambiente por demasiado tiempo después de cocinarse, pueden desarrollar bacterias que causan intoxicación alimentaria, especialmente si están en envoltura de aluminio.
Al recalentarlas, si no alcanzan una temperatura adecuada, no se eliminan las bacterias. Si vas a recalentar papas, asegúrate de almacenarlas adecuadamente en el refrigerador y recalentarlas bien.
Los huevos cocidos o preparados, como en tortillas, pueden volverse tóxicos al recalentarse debido a que las proteínas de los huevos se descomponen y se vuelven más difíciles de digerir. Además, pueden generar un mal sabor y textura. Los huevos cocidos deben consumirse inmediatamente o, si se refrigeran, no recalentarse en exceso.
Los hongos son ricos en proteínas y al ser recalentados, sus componentes proteicos pueden cambiar, causando problemas digestivos y pérdida de nutrientes. Además, si no se almacenan adecuadamente en el refrigerador después de cocinarlos, pueden favorecer el crecimiento bacteriano.
Si es necesario recalentarlos, deben calentarse a baja temperatura.
Los mariscos, como camarones, mejillones o almejas, son especialmente susceptibles a descomponerse rápidamente. Al recalentarlos, pueden volverse gomosos, perder su sabor y aumentar el riesgo de intoxicación alimentaria, ya que las bacterias crecen rápidamente en mariscos cocidos que no se almacenan correctamente.
Las espinacas contienen *nitratos, que pueden convertirse en nitritos y luego en compuestos cancerígenos como las nitrosaminas cuando se recalientan, especialmente si se hace a altas temperaturas. Esto aplica también a otras verduras de hoja verde como la acelga o la lechuga cocida.
Es mejor consumir estas verduras frescas o recién cocinadas.
Al igual que las espinacas, la remolacha contiene nitratos que pueden volverse dañinos al recalentarse repetidamente. Si debes recalentarla, hazlo a temperaturas moderadas y no recalientes varias veces.
Estos vegetales, que a menudo se utilizan en sopas, también contienen nitratos que pueden transformarse en nitritos si se recalientan a altas temperaturas. En particular, si están en caldos o guisos, es mejor consumirlos recién preparados o recalentar todo el platillo a fuego bajo.
Los aceites vegetales como el de girasol o de maíz, cuando se utilizan para freír y luego se recalientan, pueden liberar compuestos tóxicos y radicales libres que son perjudiciales para la salud.
Lo ideal es no recalentar alimentos fritos o hacer uso de aceites que toleren mejor las altas temperaturas, como el aceite de oliva extra virgen.
En general, es importante almacenar y recalentar los alimentos de manera segura para evitar riesgos para la salud y preservar la calidad de los ingredientes.
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