Las bebidas fermentadas en Latinoamérica han formado parte de las culturas de la región durante siglos. A través de técnicas ancestrales, los ingredientes locales se transforman en bebidas llenas de historia, sabor y tradición. Desde las regiones más áridas hasta las profundidades de la selva, estas bebidas fermentadas no solo ofrecen un vistazo al pasado, sino que siguen siendo una parte esencial de las festividades y la vida cotidiana en todo el continente.
En México, el pulque ha sido venerado durante siglos, conocido como la “bebida de los dioses”. Este fermento mexicano se elabora a partir del aguamiel del maguey, una planta sagrada en la cultura mesoamericana. Su producción requiere de paciencia y tradición: el aguamiel se extrae de la planta y se deja fermentar de manera natural.
La chicha es una bebida ancestral que se encuentra en diversas regiones de los Andes. En Perú, Ecuador y Bolivia, la chicha de jora es la más popular, elaborada con maíz fermentado. En muchas comunidades, su preparación está asociada a festividades y rituales ancestrales, y su fermentación en vasijas de barro le confiere un sabor único. La chicha puede ser dulce o más alcohólica, dependiendo del tiempo de fermentación, y sigue siendo una bebida fundamental en las celebraciones andinas.
En Costa Rica, el vino de coyol es una de las bebidas fermentadas en Latinoamérica que ha perdurado a lo largo de los siglos, sobre todo en la región de Guanacaste. Se obtiene de la savia de la palma de coyol, que al fermentar naturalmente adquiere un sabor suave y refrescante, con un ligero toque alcohólico. Este fermentado ha formado parte de las costumbres rurales durante siglos, y su proceso de elaboración sigue siendo una práctica artesanal.
El tepache, originario de México, es una bebida fermentada que se elabora a partir de la cáscara de piña. Aunque su fermentación es más rápida y su nivel de alcohol es bajo, sigue siendo una opción refrescante en climas cálidos. El tepache se sirve frío y es una bebida accesible y económica.
El cauim es una bebida fermentada típica de las comunidades indígenas de la Amazonía, hecha a base de mandioca (yuca) o maíz. Su proceso de fermentación comienza cuando las mujeres de la comunidad mastican los ingredientes para liberar los almidones, que luego fermentan de manera natural.