“¿Tomamos un cafecito?” Esta frase antecede muchos de los encuentros sociales en Buenos Aires, una ciudad repleta de bares y cafeterías que son el lugar preferido de los porteños a la hora de juntarse con otros por placer o trabajo, o de tomarse un descanso de la rutina laboral.
Para las autoridades porteñas este hábito es tan característico de la capital argentina, que solicitaron a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) que lo declare Patrimonio Intangible de la Humanidad.
¿Qué tiene de diferente tomar un café en Buenos Aires que hacerlo en París, Roma o Bogotá?
Según María Victoria Alcaraz, subsecretaria de Patrimonio Cultural del gobierno de la Ciudad, y una de las principales promotoras de la propuesta a la Unesco, el hábito en Argentina es absolutamente particular. Incluso, ni siquiera requiere beber café.
“Acá cuando nos encontramos con otra persona y le decimos ‘¿tomamos un café?’ nos referimos a una costumbre muy única de ir a un bar y pasar horas charlando, sin que nadie nos moleste. Capaz en vez de café bebemos una gaseosa o comemos algo”, explicó la funcionaria a BBC Mundo.
“Lo que queremos que reconozca la Unesco es el ambiente tan especial que se crea en los bares y las cafeterías de barrio, que es único y no se repite en otras partes del mundo”, aseguró.
Las autoridades de la ciudad tienen hasta finales de abril para presentarle a la Unesco la evidencia que sustente su reclamo de que el hábito de tomar café en Buenos Aires merece ser considerado un Patrimonio Cultural Intangible de la capital argentina, como ya fue declarado el tango en 2009 (de manera conjunta con Uruguay).
Una de las personas a las que convocaron para que brinde su testimonio a la Unesco es Italo Daffra, un periodista que creó el sitio #54Bares, dedicado a promover los Bares Notables de Buenos Aires.
Con esta denominación se conoce a una serie de bares y cafeterías destacados, que son elegidos por la Comisión de Bares Notables, creada en 1998 en el seno del Ministerio de Cultura porteño.
Estos bares -que originalmente eran 54 y ahora son 73- son considerados de gran valor cultural para la ciudad, ya sea por cuestiones arquitectónicas o de relevancia histórica.
Daffra apoya la idea de solicitar a la Unesco que reconozca la práctica cultural de ir a “tomar un cafecito” en Buenos Aires porque lo considera muy único.
“Es la manera de socializar del porteño. En otras ciudades se socializa de otra manera. En París, por ejemplo, me contaron que si querés verte con un amigo lo invitás a tu casa, no vas al bar o a la cafetería”, señaló.
Varios “habitués” (clientes habituales) de cafés del microcentro porteño, consultados por BBC Mundo, coincidieron con esta postura.
“El hábito de tomar café en un bar tradicional es algo típicamente porteño. Es la excusa perfecta para juntarse con amigos. Hay diferentes rituales que envuelven el famoso cafecito. Cualquier cosa se arregla con un café, se liman asperezas, te ponés de novio, te chamuyás (conquistas) una mina (mujer), te arreglás con un amigo. Estoy completamente de acuerdo con declararlo Patrimonio Intangible de la Humanidad”, dijo Javier, un empresario treintañero.
“El café se toma en todos lados, pero no como acá. En la ciudad de Buenos Aires sirve de excusa para reunirse con amigos o por trabajo. En cambio, en Italia toman café al paso. El ristretto se lo toman y se van. En Brasil tampoco acostumbran tomar café como lo hacemos nosotros. Allá cuando uno pide un café te contestan ‘no, solamente café de la mañana'”, aseguró Eduardo Marinelli, un ejecutivo que ronda los 60 años.
Para Laura, que trabaja de moza en una cafetería sobre la emblemática avenida Corrientes, parte de lo particular de los bares porteños son los “códigos especiales que se dan entre el mozo y el cliente que es habitué”, algo que también destaca el gobierno porteño en su pedido a la Unesco.
Sin embargo, no todos coinciden en que el hábito de tomar café es especial en Buenos Aires.
“Creo que es una actividad que se repite en muchas otras partes del mundo, no veo la particularidad acá”, dijo a BBC Mundo Jaime, el encargado del Café Bar Rialto IV.
Por su parte Jorge, un jubilado que es habitué del Rialto, coincidió: “en los bares de Córdoba, Santa Fe y Rosario sucede lo mismo, así como también en otros países. Me parece una tontera proponer esto como Patrimonio Intangible de la Humanidad”, sentenció.
¿Quién tiene la razón? Incluso entre nuestros corresponsales, de diverso origen -y destacados en diversos destinos- no llegamos a un acuerdo.
Según Juan Carlos Pérez, colombiano de nacimiento y actual corresponsal de BBC Mundo en México, no es exclusivo de Buenos Aires usar los cafés como punto de encuentro.
“En Colombia decimos ‘¿nos tomamos un tintico?’ -como le decimos al café negro- y en México cuando la gente se quiere ver dice ‘tomémonos un cafecito”, señaló.
En cambio, a Vladimir Hernández, periodista venezolano de BBC Mundo y excorresponsal en Argentina, sí le resultaron distintivos los cafés porteños.
“Se podía llegar a un bar, pedir un café y trabajar tranquilamente sin molestias por horas. En ningún momento llegaba el mozo a apurar el café o exigir más consumo”, recordó.
“Me di cuenta con el tiempo que no era el único que aprovechaba e instalaba su oficina en el café. Muchas personas, a lo largo del día, traían sus computadoras portátiles para trabajar. Mezclados, todos, con aquellos que llegaban a desayunar o merendar”, rememoró.
Es ese tipo de “fauna” particular de los bares porteños el que el gobierno busca que reconozca la Unesco.
Pero tendrá que esperar… recién en noviembre el organismo definirá cuáles de las 60 postulaciones que recibió serán consideradas nuevos Patrimonio Intangible de la Humanidad.
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