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Uvas del pasado, enólogos del futuro

Por Animal Gourmet

Quizá una de las preguntas que cada vez con más frecuencia nos enfrentamos los compañeros ¨hace vino¨ de esta hermosa región de México es: ¿Cuál es o cuál será la uva que mejor represente nuestro quehacer enológico?

Esta simple pregunta, este primario cuestionamiento, en la mayoría de nuestras discusiones termina en un “sin respuesta”, especialmente si para adjetivizar la plática nos ayudamos bebiendo algunos de los ejemplos actuales de las uvas que hoy nos representan.

El último verano, durante mi destierro negociado al Viejo Continente -aprovechando la ventaja competitiva que te da el jetlag-, me fui a caminar en busca de sana distracción y después de unos minutos de hacerle al zombi me encontré frente a una tienda de café y revistas.

Entré y sin más razonamiento me fui directo a donde venden café. Ahí, mientras la cafeína negociaba con mi ritmo cardiaco cuál sería el programa del día, compré una de las muchas revistas que se encuentran compitiendo por un escaso pie lineal de exhibición en el saturado anaquel de publicaciones del lugar. En esta área del próspero negocio le dan especial énfasis a las revistas que consagran sus estéticas páginas a los hoy tan de moda temas sobre la comida y el vino.

[contextly_sidebar id=”2cd63dbd0ea8f010987f6ce2884d4418″]Este ejemplar incluía por tan solo 20 euros una interminable lista de actualidades, me llamaron la atención dos artículos. El primero hablaba sobre el Bajío Mexicano y su oferta gastroturística; el segundo, de un movimiento que busca reivindicar en la muy afamada Rioja, las variedades Garnacha y Cariñana (mazuelo).

Desgraciadamente el texto dedicado a nuestra tan concurrida  “Cuna de la Independencia” era bastante corto, mediocre y con poca o nada de substancia. En el caso de Rioja, el reportero escribía con la emoción contagiada por “los nuevos hacedores de vino” que están buscando no sólo elaborar vinos con estas “incomprendidas uvas”, sino que además proponían legitimar el esfuerzo modificando la D.O. y poder así, presentar vinos con dominancia de estas uvas privilegio que hasta ahora sólo se le permite al Tempranillo.

Si bien es cierto que tanto la Garnacha como la Cariñana han formado parte histórica del mosaico vinícola de la Rioja, su presencia ha sido más bien marginal y limitada a cepas complementarias donde el protagonista habitual es y sigue siendo la uva Tempranillo. Incluso, ésta última ha podido soportar los embates de los “súper enólogos” franceses que hace ya algunos años (setentas tardíos, ochentas tempranos) influyeron fuertemente con la aparición del Merlot y Cabernet Sauvignon como símbolo de modernidad y de la elegancia para Rioja.

Traigo a colación el tema de este artículo no porque algunos hacedores “progresistas” españoles estén volteando a ver estas bellas variedades y que además estén trabajando seriamente para que estas “uvas del pasado” formen parte de un movimiento que busca rescatar y presentar Garnacha y Cariñana como uvas protagonistas de los vinos de la zona, permitiendo incluso -como dicen ellos-  su uso dominante en la afamada D.O., sino que se haga esto hasta ahora.

En nuestra bella y remota Baja California, yendo –como siempre-  un poco  en contracorriente, algunos de nosotros vivimos este movimiento de reivindicación de los viñedos de  Garnacha y Cariñana hace ya una veintena de años, al final del siglo pasado.

¿Qué es lo rescatable de esta atemporalidad? Pues creo que mucho. Primero; me parece importante reflexionar ahora que nos debatimos en la discusión muy actual de la Denominación de Origen en Baja California, lo corto y rígido que pueden ser los modelos preestablecidos, especialmente cuando cada vez más, vemos “enología de vanguardia” que no debe de ser limitada por influencia de añejas denominaciones, particularmente aquellas que nacieron inspiradas en el proteccionismo y no en la creatividad.

Cuando las plantas de Garnacha son viejas, la producción baja y la calidad sube. // Foto: Especial.

Cuando las plantas de Garnacha son viejas, la producción baja y la calidad sube. // Foto: Especial.

También creo importante que recordemos cómo se ha modificado en los últimos 50 años el viñedo bajacaliforniano. Nuestro paisaje vitivinícola cambió y sigue cambiando; las fuerzas que lo moldean también están cambiando día a día, el clima, la enología, el consumidor, la penetración de los vinos y la cada vez mayor presencia de nuestras etiquetas en muchas mesas instruidas. Hoy afortunadamente quedaron varios viñedos (no los que deberían) de estas uvas que son una verdadera joya vitivinícola de la región que ni la moda del Merlot, ni la voracidad del monopolio ochentero apoyado por un gobierno miope, pudo acabar con esta diversidad.

Muchos se preguntaran ¿Por qué hasta ahora? ¿Por qué no se le había ocurrido a alguien reivindicar estas uvas?, ¿Por qué no se había hablado antes de estas variedades alternativas para el nuevo milenio, añejas en el siglo pasado? Hoy la respuesta es un poco más simple que hace unas décadas. El valor que representan estas variedades sobrepasó afortunadamente la enología setentera, su riqueza enológica se centra no sólo en sus sabores ricos y exquisitos, sino en su capacidad de adaptación a climas secos.

Tengo un compadre que tiene un viñedito que no tiene que regar, mucho menos fumigar, el deshierbe se vuelve marginal y el vino ¡le sale muy bueno! Es como si estas uvas les sobrara agricultor. Son plantas que no quieren que las dirijan, quieren que las dejen ser.

Créanme, en Baja California hay una oferta de vinos con estas uvas; puras, como bases o mezcladas, deliciosas. Y como el mundo no es perfecto, mucho menos lineal y por lo tanto todo tiene su defecto (dirían los occidentales) el de estas uvas es no llamarse Merlot, ni apellidarse Cabernet.

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Hugo D’Acosta es Ingeniero Agrónomo, especializado en Viticultura y Enología, por la Escuela Superior de Agronomía de Montpellier, Francia. Desde 1988 ha trabajado para diversas bodegas vinícolas y actualmente es responsable de vinos Casa de Piedra, Adobe Guadalupe, Aborigen, La Borde Vieille y Feilluns tanto en México como en el extranjero.