Bien dice la teoría de Darwin que hay que adaptarse o morir, y la gastronomía no es la excepción. Por eso, en el mundo abundan platillos adaptados, reinterpretados o llevados a un límite que pocos podrían imaginar… como el pan dulce. Herederos de los ingredientes y técnicas de los migrantes europeos que llegaron a América, los croissants franceses —sí, esos pedacitos de cielo crujiente, con sabor mantequilloso— encontraron en cada país al que llegaron una forma distinta de expresarse y hasta de nombrarse. ¿Conoces los tipos de croissants que hay en Latinoamérica.
Si pudiéramos perfilarlos, diríamos que son los primos caribeños del croissant francés, pues en los desayunos y almuerzos cubanos no pueden faltar para acompañar la típica colada (concentrado de café con mucha azúcar). Esta versión es más cercana al “cuernito” mexicano, pues la masa se hace como si fuera un brioche (harina, huevo, azúcar, levadura y sal), aunque hecha con manteca vegetal en lugar de mantequilla. Se pinta con yema de huevo y un poco de miel antes de hornear o freír y suele ir rellena de dulce de guayaba, que le da ese toque dulce distintivo.
Los cangrejitos son la versión cubana del croissant francés / Foto:Shutterstock
En Perú, los cachitos son una variación inspirada en los croissants franceses, pero con una textura más suave y menos hojaldrada. Se suelen rellenar con dulce de leche o manjar blanco, que le aportan un dulzor característico que los hace irresistibles. Son una opción popular en panaderías y se disfrutan a cualquier hora del día.
De características similares a los “cuernitos” mexicanos, esta versión es menos laminada y esponjosa / Foto: Shutterstock
Los cachitos venezolanos se alejan del perfil dulce y optan por un relleno salado, generalmente de jamón y queso. Su masa es menos hojaldrada que la del croissant, pero conserva la suavidad y el sabor característico de la mantequilla. Son un desayuno popular y se disfrutan con café con leche.
La versión rellena y salada de los croissants se ha extendido por todo el mundo / Foto: Shutterstock
En Argentina y Uruguay, no existen los croissant, sino las medias lunas, un clásico que pertenece a las llamadas facturas (variedad de masas y bollería que llegaron con la inmigración europea). Se elabora en dos variantes: de grasa, con una textura más crujiente y sabor salado; y de manteca (que nosotros conocemos como mantequilla), más dulce y esponjosa, con un sutil glaseado de almíbar. Acompañada de café o mate, la medialuna es una opción infaltable en el desayuno y la merienda de los argentinos, uruguayos y hasta de los extranjeros que, seducidos por la cultura de estos países, se quedan a vivir ahí. Puede servirse relleno con dulce de leche, crema pastelera o membrillo, combinando la influencia francesa con ingredientes tradicionales de la región.
El dúo dinámico de los desayunos argentinos es el mate y las medias lunas / Foto: Shutterstock