Comprar un vino del supermercado puede ser la rutina de siempre, pero ¿y si te animas a romperla? El vino natural mexicano es una vuelta a lo auténtico, lo puro, y lo salvaje. Este tipo de vino es más que una tendencia; es un manifiesto que aboga por la mínima intervención humana, permitiendo que la tierra y el clima hablen a través de cada botella.

Si te atreves a explorar este mundo, hay tres proyectos mexicanos que no te puedes perder: Bichi Wines, Octagono, y Tierra de Peña. Estos pioneros están redefiniendo el vino mexicano, apostando por la tradición, la sostenibilidad y la autenticidad en cada copa.

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Bichi Wines es que la palabra “bichi” en el dialecto yaqui, que se habla en el noroeste de México, significa “desnudo”.

Bichi Wines

Bichi Wines, fundado por la familia Téllez en Tecate, Baja California, es un nombre que de seguro has escuchado si te gusta el vino natural mexicano. Este proyecto se destaca por su compromiso con el uso de uvas locales, muchas de ellas de viñas viejas que han sido cultivadas sin pesticidas ni fertilizantes químicos.

Los vinos de Bichi son conocidos por su carácter auténtico y la expresión pura del terroir, utilizando técnicas de vinificación ancestrales que capturan la esencia de la tierra y el clima de Baja California.

sus vinos se elaboran utilizando ánforas de barro, una técnica ancestral que permite una fermentación más natural y sin intervención. | Shutterstock

Octagono

En el corazón de Guanajuato, Octagono es otro proyecto pionero en el ámbito del vino de baja intervención. Marcelo Castro Vera, su fundador, ha creado una gama de vinos únicos que se destacan por el respeto por el entorno local. Octagono se distingue por trabajar con uvas autóctonas y técnicas tradicionales, resultando en vinos que son un verdadero reflejo de la tierra de Guanajuato.

Tierra de Peña

Tierra de Peña en Querétaro, liderado por Luis Fernando Aburto, es un ejemplo claro de cómo la permacultura y la agricultura biodinámica pueden integrarse exitosamente en la viticultura. En Tierra de Peña, los viñedos se cultivan sin el uso de químicos, y cada vino se produce con un profundo respeto, trabajando con base en la biodinamia. El resultado son vinos llenos de vida, que cuentan historias de la tierra de donde provienen en su líquido y también en sus llamativas etiquetas.

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