La piña amarilla, el color que reconocemos de inmediato en cualquier puesto de tacos al pastor, es un clásico. Y si hablamos de clásicos, es imposible no pensar en la piña amarilla en el Fondo de Bikini, casa de Bob Esponja. Pero, ¿te imaginarías a Bob viviendo en una piña rosada? Aunque parece algo que estoy inventando, en Costa Rica, la piña rosada es una realidad, pero una que pocos pueden disfrutar.
En el 2010, la compañía Del Monte desarrollo un nuevo color de piña, también conocida como “Pinkglow”. Utilizando técnicas de modificación genética, lograron que esta fruta tuviera un color único, gracias a la acumulación de licopeno, el mismo antioxidante que le da su color a los tomates y toronjas. No solamente se trata de su color, sino que también su sabor es más dulce y menos ácido en comparación a la piña tradicional.
Te interesa: Cómo hacer Tepache con cáscara de piña: refrescante y bueno para tu estómago
Esta piña es cultivada en la región norte de Costa Rica, particularmente en las provincias de Alajuela y Puntarenas, y a pesar de crecer en suelo costarricense, es un lujo casi inalcanzable para la mayoría de los habitantes del país.
La gran mayoría se destina a la exportación, especialmente a mercados de lujo en Estados Unidos y Europa, donde se vende como un artículo exclusivo y de alta gama. Para los productores, maximizar las ganancias significa priorizar la exportación, lo que desafortunadamente deja a los costarricenses sin probar esta exótica fruta.
Además del debate sobre la accesibilidad, la producción de esta piña plantea preguntas sobre la sostenibilidad. Como cualquier otro cultivo intenso, su producción requiere un uso considerable de recursos, como agua y tierra. La demanda internacional por mantener exclusividad de este producto podrían llevar a prácticas agrícolas que no siempre son las más amigables con el medio ambiente.
De esta manera, el cultivo de la piña rosada en Costa Rica se encuentra en una encrucijada. Por un lado, representa un avance en la innovación agrícola. Por otro lado, enfrenta el reto de balancear la rentabilidad con la responsabilidad ambiental, un desafío que no puede ignorarse en un contexto global cada vez más consciente de la sostenibilidad.
Mientras Costa Rica sigue destacándose en el mapa global por esta creación, el verdadero reto será encontrar un equilibrio que permita disfrutarla de manera sostenible y accesible para todos.
El tepache se ha convertido en una de las bebidas tradicionales de los mercados o tianguis sobre ruedas de México. ¿Lo has probado? No olvides suscribirte a nuestro canal de YouTube para conocer más historias, reportajes y recetas.