Oaxaca, conocida por su riqueza cultural y gastronómica, es hogar de Crudo, un restaurante que desafía las expectativas al fusionar el arte de la cocina japonesa con ingredientes oaxaqueños. Bajo la dirección del chef Ricardo Arellano, Crudo se ha convertido en un destino culinario único para quienes buscan una experiencia omakase con la personalidad distintiva de esta famosa región gastronómica.
El término “omakase” proviene del japonés y significa “confiar” o “dejar en manos del chef”. En una barra omakase, los comensales se sientan frente al chef, quien prepara y sirve una serie de platos seleccionados según la disponibilidad de ingredientes frescos. Esta experiencia es personal e íntima, permitiendo una conexión directa con el chef y un menú que cambia constantemente.
Ricardo Arellano, arquitecto de profesión y cocinero por vocación, ha recorrido un camino poco convencional para crear Crudo. Su pasión por la cocina japonesa, cultivada tras su experiencia en Ticuchi bajo la tutela de Enrique Olvera, se fusiona con su amor por los ingredientes oaxaqueños. En Crudo, cada plato es una expresión de su creatividad, donde elementos como las hierbas locales, el pulque y el mezcal se integran para ofrecer una experiencia arraigada en la cultura local.
En Crudo, el omakase no sigue las reglas tradicionales. En su lugar, Arellano ofrece una interpretación personal que celebra la temporalidad de los ingredientes y la riqueza culinaria de Oaxaca. Platillos como el atún con chixtentle de chapulín, quintoniles, y soya de frijol negro, o la cecina de lobina rayada, son ejemplos de cómo el chef desafía los platos tradicionales japoneses para crear algo único.
Con solo seis asientos alrededor de una barra, Crudo es más que un restaurante; es un espacio donde la simplicidad se encuentra con un espacio íntimo y acogedor. Este ambiente está cuidadosamente diseñado con detalles oaxaqueños, como platos de barro y sillas de palma, que reflejan la herencia cultural de la región. Cada elemento del espacio, desde los tonos cálidos hasta la disposición de los utensilios, está pensado para evocar la esencia local, creando una atmósfera que es a la vez acogedora y sofisticada.
Cada visita es un recordatorio de la versatilidad de Oaxaca, vista a través de la lente del arte culinario japonés.