Para una familia de cuarta generación de productores, el agave corre en la sangre. Para Graciela Ángeles, quien lidera el Proyecto LAM, no solo representa el sustento de su familia, sino también su identidad y el futuro de las próximas generaciones. La conservación del agave es esencial en su misión, asegurando que esta planta siga siendo parte vital de su comunidad y cultura.
No es un secreto que en los últimos años, el mezcal ha ganado una enorme popularidad a nivel mundial. Las exportaciones de mezcal mexicano crecieron un 27.5% en 2023, alcanzando los 9.3 millones de litros exportados, según el Consejo Mexicano Regulador de la Calidad del Mezcal (COMERCAM). Eso podría decirse que es algo bueno para una industria en crecimiento; sin embargo, este incremento ha puesto una gran presión sobre los ecosistemas frágiles de Oaxaca, donde se produce gran parte de este destilado.
“Proyecto LAM fue creado en honor a mi padre, Lorenzo Ángeles Mendoza, quien tenía un profundo respeto por la tierra y sus recursos,” comenta Graciela. “A pesar de no ser un hombre estudiado, era muy inquieto y curioso, siempre buscando mejorar las prácticas agrícolas.”
En 2018 nació Proyecto LAM como un proyecto hermano de Real Minero, la mezcalería familiar. El proyecto se dedica a conservación del agave, rescate y propagación mediante el uso de semillas. Esta iniciativa no solo busca preservar la biodiversidad, sino también mantener las prácticas agrícolas tradicionales que han sido parte integral de las comunidades locales durante generaciones. Proyecto LAM surgió de la inminente necesidad de proteger las variedades silvestres de agave, que estaban siendo diezmadas por la creciente demanda de mezcal.
Actualmente, esta iniciativa se enfoca exclusivamente en la región de Ocotlán, Oaxaca, específicamente en Santa Catarina Minas, y registra únicamente las especies de agave nativas de esta zona. Minas, como se le conoce localmente, es un pueblo con una larga tradición en la producción de mezcal, reconocido por su calidad mucho antes de la popularidad global de esta bebida.
Uno de los aspectos más importantes del Proyecto LAM es su enfoque en la conservación del agave mediante la reproducción por semilla, la cual antes se creía que no existía, ya que la propagación asexual por hijuelos jóvenes de rizoma parece ser la forma natural más común. Esta práctica es crucial para mantener la biodiversidad y evitar la sobreexplotación de especies silvestres.
“La reproducción por semilla permite la variabilidad genética, lo que es esencial para la adaptación de las plantas a condiciones cambiantes,” explica Graciela.
Sin embargo, este enfoque también presenta desafíos. “El cambio climático está afectando significativamente a los agaves,” comenta Graciela. “Hemos observado comportamientos atípicos en las plantas, como la floración fuera de tiempo, lo que afecta la polinización y la producción de semillas.” La desincronización entre la floración de los agaves y la llegada de los murciélagos polinizadores debido a las variaciones climáticas es un problema grave que Proyecto LAM está tratando de mitigar.
Graciela y sus hermanos, quienes también forman parte activamente del proyecto, lo tienen claro: la educación del productor de mezcal es clave para su misión. Este tipo de educación se centra en compartir conocimientos entre locales, de campesino a campesino, como menciona Graciela. La transferencia de conocimiento de campesino a campesino, o escuelas de campo, son metodologías que surgieron en la década de los 70 y que tienen como objetivo reconocer que los campesinos generan conocimiento valioso a través de la práctica, incluso sin haber asistido a la universidad, y que este conocimiento puede ser transmitido de manera efectiva entre comunidades.
Graciela explica: “El conocimiento de los productores es tan valioso como el de los científicos. Al intercambiar experiencias, ambos lados se enriquecen. Eliminamos la idea de que los técnicos saben más que los productores, porque el productor tiene conocimientos que los técnicos no tienen. Este intercambio de experiencias es fundamental para las escuelas campesinas.”
A pesar de estos esfuerzos, el alcance es difícil debido a la extensa zona que abarca el proyecto, y la sensibilización ante el ecosistema oaxaqueño sigue siendo un reto significativo. Es crucial que tanto productores como consumidores comprendan la importancia de la conservación del agave.
Que ocurra la misma industrialización que en la industria del tequila es lo que muchos temen, pero lo que no se menciona es que ya ha ocurrido. La explotación del mezcal ha sucedido en un lapso mucho más rápido que la del tequila. “El tequila ha tenido décadas para establecerse y desarrollar una infraestructura que soporte su producción masiva. En cambio, el mezcal ha visto un aumento explosivo en la demanda en solo unos pocos años, lo que ha puesto una presión inmensa sobre nuestros recursos y ecosistemas,” explica Graciela.
Este punto de vista ha sido un punto de inflexión esencial para el trabajo realizado por Proyecto LAM, el cual se centra en cuatro ejes fundamentales para abordar el tema de la sostenibilidad: el maguey, el agua, la leña y las personas.
Graciela detalla: “El maguey es la base de nuestro proyecto, pero también debemos considerar el agua, la leña y las personas. El agua es un recurso crítico en Oaxaca y hemos implementado técnicas de conservación para asegurar su uso sostenible. La producción de mezcal requiere grandes cantidades de leña, lo que puede llevar a la deforestación, así que promovemos el uso de leña de manera sostenible. Y finalmente, las personas son el corazón del proyecto. La educación y la participación comunitaria son fundamentales.”
El mismo año que comenzó el proyecto se incorporó Matías Domínguez Lasso, un biólogo de profesión, quien ha sido el asesor del proyecto desde entonces. Matías también es socio dentro de la Asociación Civil y forma parte integral del proyecto, aportando su experiencia y conocimiento en una parte esencial del proyecto que es el Banco de Semillas. Este permite almacenar y preservar las semillas de diversas especies de agave, asegurando la disponibilidad para futuras generaciones. Es importante recalcar que este espacio es el primer banco de agaves que existe en México, que no es un proyecto de gobierno.
Estas futuras generaciones son parte del motor principal y la razón de por qué el banco de semillas está cerrado al público que busca comprar. “Nuestro objetivo es la conservación del agave y la investigación, no el comercio,” aclara Graciela. “Para muchos, esto puede parecer tonto o extraño, pero sabemos cuál es la implicación de esto. Este material vegetativo que estamos resguardando no es propiedad privada nuestra, sino de una colectividad de la región donde estos agaves crecieron.”
“Consideramos que es nuestra responsabilidad resguardarlos para que este material vegetativo no termine en manos equivocadas y que en el futuro mis nietos no tengan que comprar la semilla o pedirle permiso a una empresa para poder sembrar un agave de su región.”
El banco de semillas forma parte de una iniciativa más amplia que incluye una biblioteca de conocimiento y un espacio de investigación para la comunidad.
A diferencia de algunos proyectos de conservación, Proyecto LAM es una Asociación Civil independiente y no recibe apoyo institucional por parte del estado o inclusive del Consejo Regulador del Mezcal. “Nos enfocamos en la autogestión y en la creación de redes de colaboración con otros proyectos,” explica Graciela. Este enfoque permite al proyecto mantenerse fiel a sus principios y objetivos sin la intervención de intereses externos. Mantener la independencia del proyecto es crucial.
Esta comunidad ha tomado las riendas de su propio futuro, ya no esperan ninguna solución por parte de algún otro ente, sino que deciden crearlo ellos mismos.
“Yo creo que nuestros abuelos nunca habrían estado de acuerdo en esperar a que el gobierno viniera a resolver los problemas porque nos tocan a nosotros. Nosotros somos los actores. Nosotros somos los ciudadanos” dice Graciela.
El esfuerzo liderado por la familia Ángeles es parte de un movimiento más amplio para convertir lo que da la tierra en una fuente de seguridad y en símbolo de resistencia frente a una ‘colonización’ de los agaves silvestres y sus tierras. Lo que comienza con un homenaje a su padre, se convierte en una historia de complicidad entre el presente y el futuro, entre abuelos y nietos, resguardando algo que hemos perdido en el camino: nuestra esencia cultural y el vínculo con nuestras raíces.
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