Este panecillo de harina muy característico por tener un hoyo en el centro, muy similar a la dona, su historia lleva más de cuatro siglos, y su popularidad ha ido creciendo con el tiempo en países como Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, y ahora en México.
Entre mediados del siglo XVI y principios del XVII se convirtió en un elemento básico de la dieta polaca. Comenzó como un alimento callejero, ensartado en palos de madera o en cordones para facilitar su transportación.
En el siglo XX, el panecillo viajó, durante la Segunda Guerra Mundial, a Inglaterra y después a Estados Unidos y Canadá, con el exilio de los judíos. Y fue así que se extendió y cobró gran popularidad en Norteamérica.
El bagel tradicional está elaborado con harina de trigo, sal, agua y levadura. Aunque lo podemos catalogar como un tipo de “pan salado”, tiene un sabor neutro y se puede acompañar sencillamente con todo.
Ahora lo podemos encontrar en casi cualquier cafetería y hay una gran variedad de bagels, en su técnica de elaboración y su relleno, que va de lo dulce a lo salado.
Los bagels los podemos preparar de diferentes formas; de huevo con tocino para el desayuno; el ya tradicional de queso crema con salmón para el almuerzo; los famosos “pizza bagels” para la comida, o simplemente uno relleno de mermelada, fruta con crema o crema de avellana para disfrutar a cualquier hora del día.
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