Los chiles rellenos son uno de los platillos favoritos de los mexicanos, sin embargo, tiene su grado de complejidad, además de ser una receta que toma algunas horas preparar. Si eres de las personas que este platillo no te sale como los de tu mamá, aquí te dejo algunos trucos y consejos para capear chiles rellenos a la perfección.
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Siempre es buen momento para preparar chiles rellenos ya que es un platillo muy adaptable, lo puedes rellenar no solo de queso, también puede ir acompañado de frijoles, atún, picadillo, y mucho otro más guisos. Toma nota que aquí te dejo mis secretos para que el capeado quede esponjosito.
Cómo capear chiles rellenos a la perfección
El capeado es un técnica tradicional de las cocinas de México para chiles o huauzontles rellenos, así como para tortitas de carne y otros muchos platillos.
Consiste en sumergir un alimento en huevos batidos para después freírlo. El capeado se realiza con claras de huevo separadas de las yemas, que se baten hasta que quede a punto de nieve o turrón. Luego se añaden las yemas una a una, sin dejar de mezclar.
La harina o fécula de maíz te ayudarán a tener un capeado perfecto/ Foto: Shutterstock
El punto de turrón se logra al batir las claras hasta que logran un tono blanco opaco y que, al voltear el tazón donde se baten, queden adheridas sin resbalarse o caer, de acuerdo con Larousse Cocina. En algunas zonas del sur de México, como Chiapas y Tabasco se le denomina también “baldar” o “lamprear”.
Tips para un capeado perfecto
Para lograr que tus chiles rellenos estén capeados a la perfección es necesario que el capeado esté espumoso, para lograr el punto de nieve, el huevo debe usarse a temperatura ambiente. En algunos hogares se le añade fécula de maíz para espesar el capeado.
Otro consejo que te doy es que en un plato extendido agregues harina de todo uso y ahí pases tus chiles rellenos antes de colocar el capeado, eso asegurará que el huevo no se desprenda de tu chile a la hora de freírlo.
También es esencial que el aceite vegetal del sartén (aceite de maíz, de oliva o de girasol) esté a la temperatura adecuada, que es alrededor de los 180 °C. Si el aceite no está lo suficientemente caliente, el alimento comienza a absorber el aceite, quedando un excesivamente grasoso y desagradable al paladar.
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