Nos hemos vuelto fans intensos de los postres con lavanda. En helados, limonadas, hasta para infusionar cafés. Pero replicar estas recetas no es tan fácil ni tan seguro como salir y cortar las flores de lavanda que tenemos en nuestro jardín. ¡Aquí va una realidad que quizás no sabías! Si intentas usar la lavanda de tu casa para preparar un postre, terminarás con algo que se parece más a un detergente que a un dulce. Y es que no todas las plantas de lavanda son comestibles.
Así que, antes de que decidas preparar algún postre con lavanda, te contaremos cómo identificar una planta de lavanda comestible y segura para que experimentes en la cocina.
La lavanda, conocida científicamente como Lavandula, es una planta aromática que va mucho más allá de su encanto en jardines. Originaria del Mediterráneo, esta planta perenne no solo deleita con su aroma distintivo, sino que también alberga propiedades medicinales muy valoradas (es relajante, antiinflamatoria, antibacteriana, y ayuda a reducir los dolores de cabeza)
Más allá de los tradicionales aceites esenciales y la aromaterapia, la lavanda también puede ser un ingrediente sorprendente en la cocina. Incorporarla en alimentos añade un toque único y, al mismo tiempo, brinda algunos beneficios:
Si tienes alguna maceta o jardinera con lavandas en tu casa, lo más probable es que se trate de la variante francesa (conocida como Lavandula dentata). Tiene flores delgaditas y coloridas. Tiene un aroma intenso, por lo que suele ser utilizada para extraer aceites esenciales perfectos para la aromaterapia. Además, ese mismo aroma sirve como un repelente natural de insectos, que mantendrá tu jardín libre de visitas indeseadas.
Sin embargo, esto no nos servirá a la hora de hacer alguna preparación con lavanda.
Existen dos tipos de lavandas que se pueden utilizar para cocinar, perfectas también para infusionar licores, preparar té, añadirla a mermeladas o aromatizar glaseados.
Estas variantes son:
Esta es la variante preferida para usar en la cocina. La identificarás porque la flor es un poco más grande, más larga y en forma de espiga, con tallos leñosos, hojas grises y con flores de un color más opaco, ligeramente más azulado. Se trata de la variante inglesa, (Lavandula angustifolia).
Esta planta es un híbrido entre la lavanda y espliego. Muy parecida a la lavanda común, pero sus espigas son mucho más largas y de un violeta más intenso. Los tallos tienen forma de tridente o de un tenedor. Es fresco, muy intenso y con tonos herbáceos.
Una vez que ya tengas identificada tu lavanda comestible, puedes sentirte seguro de cortarla y utilizarla para tus platillos.
Si te preguntas cómo limpiar, desinfectar y secar esta maravillosa planta para incorporarla a tus recetas, aquí te dejamos un paso a paso sencillo:
Ahora, con tu lavanda limpia, desinfectada y seca, estás listo para darle un toque aromático a tus creaciones culinarias. Desde infusiones relajantes hasta deliciosos postres, ¡la lavanda está lista para ser la estrella de tu cocina!
Ahora te dejaremos una receta con la que puedes preparar un jarabe de lavanda para que incluyas en tus bebidas, como cocteles, café y uno que otro postre.
¡Y voilà! Ahora tienes un jarabe de lavanda casero que puede ser la estrella en tus cócteles, postres o incluso en tus bebidas refrescantes. Disfruta de esta explosión de sabor floral en cada gota.