Una empresa de Argentina creó un detergente con aceite usado para lavar platos y ropa, que las personas comprometidas con el medio ambiente pueden integrar a su rutina.
Keñi es el emprendimiento detrás de esta novedad, que de acuerdo con ellos, buscan que las personas no tengan que sacrificar la salud del planeta para mantener sus hogares limpios.
La empresa aspira a un futuro en el que la limpieza del hogar no signifique la contaminación del medio ambiente ni la exposición a productos químicos nocivos.
Desechar la grasa con la que freímos los alimentos por el desagüe puede causar daños domésticos y ambientales. Un litro de aceite contamina mil litros de agua, y una vez que se enfría, se endurece. Si se desecha en tarjas y coladeras, puede obstruir tuberías o cañerías.
Dependiendo de lo que hayas cocinado, puedes reutilizar el aceite de cocina varias veces para aprovecharlo al máximo, después de un par de veces habrá que deshacerse de él y reemplazarlo por nuevo. Aquí puedes encontrar algunos consejos de cómo desechar correctamente el aceite de cocina.
Para que se obtenga el detergente con aceite usado, la empresa recicla el aceite de girasol que consiguen de bares, restaurantes y de puntos de acopio.
Una vez que obtienen el aceite se realiza un proceso de saponificación que da como resultado un detergente seguro para el planeta y para tu hogar.
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Todo está detrás de la fórmula que usan para crear sus productos la cual se obtiene de cinco ingredientes:
Los productos de esta empresa no contienen fragancias sintéticas ni plásticos, además de que son cruelty free, es decir, libres de crueldad animal.
Los detergentes que encontramos en los supermercados están hechos a base de fosfatos y provocan un efecto destructor en el medio ambiente porque aceleran el proceso de eutrofización de las aguas de lagos y ríos, de acuerdo con Keñi.
La eutrofización es la sobrecarga de productos químicos, que sirven como nutrientes y generan el crecimiento acelerado de algas y demás plantas acuáticas. Al morir y ser descompuestas por las bacterias aeróbicas provocan el agotamiento del oxígeno disuelto en la capa superficial de agua y causan la muerte de la flora y fauna acuática que consumen oxígeno, en las aguas de los lagos y ríos.
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