La cena de Navidad es, sin duda, uno de los momentos más esperados por las familias de todo el mundo que festejan esta fecha cada 24 de diciembre, ya que es el momento de consumir deliciosos bocadillos, obsequiarse regalos y, sobre todo, abrazar a las personas que más quieren y estar con ellas. Como todo ritual que tiene un significado, la cena navideña no es la excepción. Esta tradición milenaria está empapada de historias y tradiciones que nos conectan a través del tiempo y las culturas que sustentan el origen de la Navidad.
La Navidad, como la conocemos hoy, es el resultado de una amalgama cultural que se ha ido conformando a lo largo de los siglos. Sus raíces se remontan a diversas celebraciones paganas y religiosas que coincidían con el solsticio de invierno.
Mientras algunas familias están más acostumbradas a mantener la tradición cristiana de agradecimiento y conmemoración del nacimiento de Jesús, otras se centran en la unión familiar, el intercambio de regalos y la cena para dar un cierre del año.
Lo cierto es que, el significado y el origen de navidad tiene mucha historia y tradiciones un tanto distintas e intrincadas. Y todas ellas van más allá de las tradiciones cristianas. Desde el antiguo imperio romano, tradiciones nórdicas y ¡hasta las culturas prehispánicas tienen algo que ver! te contamos.
El nacimiento de la Navidad tiene sus raíces en las Saturnales, las festividades romanas dedicadas al dios Saturno. Según National Geographic, los días de la celebración abarcaban del 17 al 23 de diciembre, y fueron la inspiración para la Navidad tal como la conocemos.
Las Saturnales marcaban el final de las labores agrícolas, debido a que comenzaba el Solsticio de Invierno (por lo que los días serían más cortos) y abrían las puertas a una semana de auténtico descanso y desenfreno.
Durante las Saturnales, la sociedad romana se sumergía en una vorágine de celebraciones: desde banquetes públicos interminables e intercambios de regalos, que iban desde comida, ropajes hasta mascotas.
Pero la extravagancia no paraba ahí.Durante las saturnales había una especie de cambio de roles: los hombres se vestían de mujeres y los amos se vestían de esclavos. Los esclavos, por estos días, eran liberados de sus obligaciones y eran tratados como si fueran nobles; podían vestir las prendas de sus amos y disfrutar de un breve período de libertad y generosidad. En un mundo donde las preocupaciones cotidianas se dejaban de lado, estas festividades se convirtieron en un símbolo de camaradería y felicidad desmedida.
En la Edad Media, la clase alta organizaba grandes festines para conmemorar la época. Los platillos constaban de cabezas de jabalí asadas y tartas gigantes con los ingredientes más lujosos y costosos, así como bayas y frutas de temporada. Después de las fiestas, los sobrantes eran ofrecidos a la gente más pobre.
Sin duda, uno de los detalles más curiosos de las Saturnales era la iluminación y la decoración. De ahí que mantengamos aún esa costumbre de decorar nuestras casas con cientos de luces y guirnaldas. Las casas se engalanaban con plantas y velas para celebrar “la nueva venida de la luz”.
Esto coincidía (muy sabiamente) con el solsticio de invierno, el período más oscuro del año. Esta combinación de luces brillantes y rituales festivos estableció las bases para lo que conocemos hoy como la época navideña, donde las luces parpadeantes y la decoración deslumbrante son elementos esenciales de la celebración.
Mientras las Saturnales iluminaban la antigua Roma con su esplendor, en el norte, los vikingos también rendían homenaje a esta época especial del año con la festividad del Yule. Esta celebración, que también tenía lugar durante el solsticio de invierno, unía a comunidades en una celebración compartida de luz, vida y renacimiento.
Para los vikingos, el Yule era un momento de gran significado. La noche más larga del año no solo marcaba el final de la oscuridad, sino que simbolizaba la victoria de la vida sobre la muerte en un entorno donde la oscuridad y el frío eran más que intensos. Familias y amigos se congregaban en torno al calor del fuego, para compartir alegría y gratitud por la vida.
Uno de los elementos más destacados de la celebración era colocar un árbol (que recuerda al místico Yggdrasil, el Gran Fresno de la mitología nórdica,) al centro de la festividad. Este representaba la conexión entre los diferentes mundos y el renacimiento. El árbol se adornaba con luces y decoraciones, simbolizando la esperanza y la luz que regresaban al mundo.
En el norte, se realizaban sacrificios rituales, como el sacrificio de una cabra en honor a Thor, dios nórdico del trueno, quien conducía un carro tirado por dos machos cabríos. Esta ofrenda no solo honraba a las deidades, sino que también representaba la renovación de la vida a través de la muerte, ya que la cabra, según la mitología, podía revivir.
La generosidad y el intercambio de regalos también eran prácticas comunes durante Yule. La figura de Joulupukki en Finlandia, la Cabra de Yule, solía regresar para entregar regalos, y esta tradición, según el sitio Big In Finlandia, evolucionó con el tiempo para convertirse en la figura más conocida de Santa Claus o Papá Noel.
Pero las tradiciones Navideñas que celebramos hoy en día no sólo vienen de Europa, el continente americano también abonó mucho a la conversación y las costumbres.
La tradición de disfrutar de un suculento pavo en las celebraciones navideñas tiene sus raíces en las prácticas culinarias de América. Contrario a la creencia de que el pavo fue una importación europea, este ya se encontraba en las mesas del continente mucho antes de la llegada de los colonizadores. Conocido como “huexolotl” en el México antiguo, este ave nativa que se consumía durantea las festividades mexicas.
El sacrificio del pavo era parte integral de la celebración de Panquetzaliztli, una celebración ritual que celebraba el nacimiento de Huitzilopochtli y la caída de Tezcatipoca. Suena muy similar a las tradiciones vikingas y romanas, ¿no? Por si fuera poco, esta celebración también coincidía en el calendario con las fiestas de Navidad.
La tradición de comer pavo en Navidad se consolidó aún más con la llegada de los colonizadores europeos y su influencia gastronómica. Los españoles transportaron el guajolote (como se le conocía después de la conquista) a Europa, donde se ganó la popularidad, incluso llegando a ser considerado un manjar exclusivo de la realeza.
Es muy interesante conocer el origen de la Navidad, porque es un capítulo en la fascinante historia de nuestras tradiciones. Todas estas tradiciones se entrelazaron y encontraron un punto de encuentro en la tradición cristiana, dando origen a la Navidad que celebramos hoy.
La influencia cristiana, especialmente con la conmemoración del nacimiento de Jesús, actuó como un puente que unió rituales paganos y costumbres culturales diversas. La Navidad se convirtió en un espacio inclusivo, donde las distintas historias y prácticas convergen para crear una celebración global que trasciende las fronteras y une a personas de diversas creencias en la maravilla compartida de la temporada festiva.
Mientras nos preparamos para disfrutar de la cena navideña, es un buen momento para reflexionar sobre la riqueza de estas tradiciones compartidas. Cada bocado nos conecta con siglos de historias entrelazadas, recordándonos que estamos celebrando más que solo una fecha en el calendario.
¿Cómo celebras tú la Navidad? ¿Qué platillo no puede faltar en tu mesa navideña? Comparte tus historias y tradiciones con nosotros. Y si quieres descubrir más sobre las raíces y curiosidades de la Navidad, ¡no olvides seguirnos en nuestro canal de YouTube! Que esta temporada esté llena de alegría, sabores memorables y conexiones que trascienden fronteras. ¡Feliz Navidad!