El café, esa maravillosa poción oscura que nos despierta por la mañana y nos reconforta en la tarde, es un compañero inseparable en nuestras vidas. Pero cuando hablamos de café, una de las preguntas que a menudo nos asalta es: ¿Por qué se le llama “café americano”?
¿Tendrá algo que ver con los Estados Unidos o hay alguna historia detrás de este nombre? Y una cosa todavía más importante, es probable que lo que preparas en tu casa en las mañanas con tu prensa francesa o con tu cafetera de máquina no es en absoluto un americano.
Si eres un verdadero amante del café seguro ya sabes a qué nos referimos, y si no, hoy te explicaremos todo lo que tienes que saber.
Para entender el porqué de la declinación “americano”, debemos retroceder en el tiempo, hasta la Segunda Guerra Mundial. Durante este conflicto, las tropas estadounidenses se encontraban desplegadas en Europa, lejos de sus hogares.
En Europa, los soldados se encontraron con el espresso italiano, una bebida oscura, concentrada y fuerte. Esto resultó ser un shock para sus papilas gustativas, ya que estaban acostumbrados a un café más suave y menos concentrado. Para adaptar la bebida a sus preferencias, comenzaron a diluir el espresso con agua caliente, lo que resultó en una versión más suave y menos concentrada de la bebida.
Rápidamente, esta práctica se volvió popular entre los soldados estadounidenses y, en un abrir y cerrar de ojos, la mayoría de ellos ya bebía café de esta manera.
Como un homenaje a su origen y a la forma en que se popularizó entre las tropas estadounidenses, esta bebida pasó a llamarse “café americano”. Desde entonces, se ha convertido en una de las formas más comunes de preparar café en todo el mundo.
A simple vista, puede que parezca que el americano y el café negro sean la misma cosa, pero la verdad es que existen diferencias sustanciales entre ambas bebidas.
El café americano se prepara extrayendo un espresso de la máquina y luego añadiendo agua caliente para diluir la bebida. Esto se hace para obtener un café suave y menos concentrado.
Por otro lado, el café negro se prepara a través de una infusión. Se muelen granos de café tostados y se añade agua caliente para extraer los sabores. En esencia, el café negro es una mezcla de café y agua. A diferencia del café americano, existen numerosos métodos de extracción para preparar café negro, como la prensa francesa, la V60, el Aeropress y otros métodos. Cada uno de estos métodos aporta matices y sabores únicos a la bebida.
Otra diferencia clave es la temperatura del agua. El americano utiliza agua muy caliente, generalmente la misma que sale de la máquina de espresso o de un calentador eléctrico, lo que le confiere un carácter más intenso. En cambio, en la preparación del café negro, el agua se utiliza a temperaturas más moderadas, lo que permite que los sabores se desarrollen de manera más gradual y suave.
El tiempo de preparación también varía notablemente. Mientras que el café negro puede llevar de 2 a 4 minutos, dependiendo del método de extracción utilizado, el americano se prepara en aproximadamente 30 segundos. Esto hace que este tipo de café sea una opción más rápida cuando tienes prisa por tu dosis de cafeína matutina.
Por último, el americano puede tener crema o espuma debido al espresso con el que se prepara, mientras que el café negro no la tiene, ya que generalmente se utiliza un filtro para retener cualquier crema o espuma.
Así que, la próxima vez que estés en una cafetería, no confundas el americano con el café negro. Cada uno tiene su propio proceso de preparación, sabor y carácter. Elige sabiamente según tus preferencias personales y disfruta de la diversidad de matices que el mundo del café tiene para ofrecer.
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