Mixquic, uno de los trece pueblos originarios de Tláhuac, en la Ciudad de México, se viste por completo de naranja a finales de octubre para la gran e icónica celebración de Día de Muertos. Hoy es un destino turístico, lleno de jolgorio y gente con cámaras; sin embargo, la fiesta tiene un trasfondo cultural riquísimo, lleno de pequeños rituales precoloniales que, como muchos, se combinaron con las ideas del catolicismo que nos dejó la Conquista. El mixmole rojo, o michmole, es uno de esos rituales chiquitos que la comunidad aún conserva, aunque no se vean a simple vista durante la fiesta del 1 y 2 de noviembre.
Los altares de muertos en las casas de Mixquic tienen, como todos, flores de cempasúchil, velas, papel picado, copal, frutas y, sobre todo, platillos típicos que las mujeres cocinan especialmente para la ofrenda y que, según cuenta la antropóloga Miriam Manrique en Comida, Cultura y Modernidad en México, ponen en el altar hasta el 1 de noviembre. Los platillos que no pueden faltar son: arroz, tamales, atole, pan de muerto y mixmole rojo.
El mixmole –o michmole– es un molito ligero, hecho con jitomates y chile rojo nativo de las chinampas de Tláhuac –al que en Mixquic llaman chilcostle–; se espesa con masa de maíz y se guisa con nopales, quelites, charales y algún pescado blanco como jurel o bagre. También existe la versión de mixmole verde, hecho con tomatillos chiles verdes. La receta puede variar según donde se prepare (también es cotidiano en algunas partes del Estado de México y de Michoacán).
El mixmole verde es plato típico de fiestas patronales, que suelen durar una semana o más. Se sirve al final, como símbolo de que ya se acabó el banquete y se da por terminada la pachanga. Por eso, en algunos lugares le llaman “la correteada” o “la mixmolada” a la última comida de la fiesta patronal. El mixmole rojo, en cambio, tiene un significado un poquito diferente, pues se ofrenda a las personas difuntas durante el Día de Muertos; y no sólo porque es un plato tradicional –y sabroso–, sino porque su elaboración se toma como ofrenda de trabajo, según cuenta la Dra. Manrique, pues en la tradición mesoamericana, ofrendar el trabajo –en la cocina, sobre todo–, es la mejor forma de otorgar amor.
Ahora se cocina con pescado blanco y charalitos, aunque antes el mixmole se hacía con ancas de rana, renacuajos y ajolotes, que eran parte de la fauna en la Zona Chinampera de San Pedro Tláhuac, según Larousse Cocina. Hoy, el ajolote está en peligro crítico de extinción y está prohibido comerlo, además de que los pocos ejemplares que quedan se encuentran en Xochimilco o en resguardo.
Aunque el mixmole es considerado un plato ritual en Mixquic y su riqueza depende, en parte, de los ingredientes frescos cosechados (y pescados) localmente, por supuesto que puedes replicar la receta en tu casa, ya sea para la ofrenda de Día de Muertos o para un banquete en casa. Aquí te dejamos la receta: