En el número 149 de la calle Ignacio Zaragoza, en el centro de Metepec, trabajan y viven los Estrada Tinoco, una familia de alfareros de más de 4 generaciones que desde hace 3 años adoptaron esmaltes libres de plomo para vidriar sus piezas de barro y también para hacer una receta íntima: el pollo en adobo.
Y aquí en esta casa, como no podría ser de otra manera, la jefa de familia, prepara la comida diariamente, tal como su abuela y su tatarabuela lo hacían: en cazuelas de barro, con la única diferencia, de que, hoy día, éstas son 100% libres de plomo.
De todos los guisos que se elaboran en la casa de los Estrada, destaca el pollo en adobo, una suculencia que se cocina el mismo día que las piezas de barro ya esmaltadas se queman en el horno tradicional.
Acompañado de unos frijoles de la olla, nopales asados y unas tortillitas, este adobo es la comida que celebra el éxito de la jornada alfarera que garantiza la continuidad de la tradición familiar de los Estrada Tinoco y de su taller “Los Tres Varones”.
La receta familiar consiste en sofreír ajo, cebolla, vinagre, chile guajillo y chile jaral en una cazuela de barro libre de plomo, licuar los ingredientes con un poco de agua, agregar sal al gusto y regresar la mezcla a la cazuela para freír en manteca de cerdo.
Cuando el adobo ya enfrió, muslos y piernitas de pollo se sumergen en él para que agarren todo el sabor, el color y la sazón de esta delicia.
A continuación, cada pieza de pollo se saca de la cazuela, se forra con papel aluminio y se recubre con barro crudo.
Y así, una vez terminada la cocción de las piezas ya esmaltadas, las bolitas de barro rellenas de pollo se disponen en la boca del horno, en donde se encuentran la leña que quemó la alfarería y que ahora también calentará la comida del día.
Tras una hora y media de estar cociéndose en las brasas, el pollo en adobo está listo para llevarse a la boca.
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