Saúl Landeros, fundador de Frutland, nació en Malpaso, Aguascalientes, la primera región donde comenzó el cultivo extensivo de guayabo en México desde la década de los 60.
En este estado, de acuerdo con información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, se dedican mil 200 hectáreas de producción y son casi dos mil agricultores los que hacen posible que el fruto llegue a manos de artesanos gastronómicos que lo transforman y dan identidad al municipio de Calvillo con sus dulces y conservas.
Don Saúl, que actualmente tiene 67 años, recuerda que siempre ha estado involucrado con la guayaba: desde niño corría por los campos guayaberos y disfrutaba del sabor de este fruto; de joven, dedicó sus estudios para sacarles el mayor provecho posible; ya de adulto hoy hace realidad su sueño de enaltecerla a través de Frutland.
Don Saúl vino en los 70 al Distrito Federal para estudiar química en el Politécnico y economía en la UNAM mientras trabajaba en el mercado de La Merced en las madrugadas.
Allí hacía llegar a los comerciantes las guayabas de Calvillo: rosas y más aromáticas y grandes que las que solían encontrarse en ese entonces por estos rumbos.
Esta formación académica enriqueció la pasión de Saúl por la guayaba y la puesta en marcha de su negocio, que, junto al conocimiento empírico que ya tenía, le ayudaron a dar los pasos para lograr su objetivo.
El joven Saúl, se puso a realizar investigaciones de citricultura para darle un buen uso al fruto, pues además considera que no tiene el posicionamiento que debería tener, como alimento altamente nutritivo.
Fue en ese momento que le surgió la idea de que, cuando regresara a Calvillo, tenía que aprovechar las icónicas guayabas de su terruño, y transformarlas en productos atractivos, naturales y muy saludables.
Ya de regreso en Calvillo, hace 25 años, y con todos esos nuevos conocimientos, Saúl inició un proyecto enfocado en darle valor agregado a la guayaba.
No fue sencillo, requirió de buena actitud, constancia, soportar crisis y dudas, y muchas ocasiones en las que se cuestionó si su emprendimiento valía la pena o no.
Don Saúl y su esposa comenzaron con ates y jaleas, que posteriormente comenzaron a utilizar para otros subproductos, como empanadas y copitas, uno de los dulces consentidos de Frutland y que mezcla leche con miel y nuez rellena con concentrado de guayaba y jugo de guayaba, y que moja agradablemente la boca en cuanto muerdes.
25 años después, Frutland cuenta con más de diez líneas de productos y más de 100 productos, entre los que sobresalen la Violeta, llamada así en honor a la hija más grande de don Saúl, que es una guayaba deshidratada, deshuesada, precocida, rellena de jamoncillo de leche con nuez tostada.
También sobresale la empanada de jalea. Curiosamente, el ate, por sí mismo no se vende mucho pero es la base de muchos otros dulces. También es, según don Saúl, como el bolillo en la panadería, no es lo que más se vende, pero no deja de venderse.
La Violeta, además quiere representar el orgullo de Aguascalientes, pues honra la tradición lechera de todo el valle de Aguascalientes y lo guayabero de Calvillo.
Derivados, pulpas, ates, rollos, jaleas, almíbares, deshidratados, confitería, mermeladas, vinos, licores… la guayaba es tan versátil que da para los más de cien productos que son el alma de Frutland.
Cada uno de ellos es elaborado de forma artesanal, a mano y con fruta natural, sin aditivos ni conservadores y sin azúcar añadida, como dice don Saúl: “dulces no dulces, dulces nutritivos”.
Él y su esposa, en un primer momento, y actualmente también sus cuatro hijas, se han dado a la tarea de crear estas golosinas con base en los gustos de sus consumidores potenciales: si la gente consume lácteos, pan o chile, había que combinarlos con guayaba.
Para cada uno de sus familiares, don Saúl ha creado líneas de productos completos, además de involucrarlos en los procesos de elaboración y comercialización, lo que ha creado en ellos la mentalidad propositiva de invertir su dinero y tener éxito en el futuro a través de Frutland.
Y así, a través de estos primeros 25 años, don Saúl y su familia no han parado de innovar: agregando otros ingredientes naturales queridos por sus consumidores, como cacao, amaranto o cacahuate, que además tienen un alto valor nutritivo.
Uno de los hechos que más enorgullece a don Saúl es que Frutland se haya vuelto referente para otros dulceros en Calvillo, que han replicado algunos de sus productos.
También le da gusto que haya detonado diversas actividades y talleres que, además de educar a las personas sobre los beneficios de la guayaba y el proceso de elaboración de los dulces; se han convertido en una de las principales fuentes de empleo en la región, aprovechando los recursos de la misma, lo que la convierte en una actividad sustentable.
Las investigaciones de don Saúl y su familia no paran. Siguen viajando a otras latitudes para averiguar cómo conciben en ellas la guayaba e implementando estos conocimientos en nuevos mercados.
Repostería, ates, dulces, jaleas, mermeladas, confiterías, deshidratados y bebidas… por homenajes a la guayaba no paramos. Una de sus líneas más importantes es la de repostería, porque utiliza jaleas y ates en preparaciones tradicionales mexicana y gourmet.
Los deshidratados, por ejemplo, incluyen desde la fruta seca hecha polvito, pasando por los clásicos orejones, hasta otros dulces que se consiguen mezclando, precociendo y deshidratando guayaba.
La línea de bebidas incluye desde aguas y néctares hasta bebidas fermentadas como cremas, licores y vinos licorosos con la misma técnica con la que se elaboran los vinos de uva.
Esta línea busca dar continuidad a la tradición viticultora de Aguascalientes, un estado que llegó a tener diez mil quinientas hectáreas de vid, por lo que, si decides visitarlo, también podrás conocer algunas bodegas y viñedos.
Otro producto que cuenta con mucha aceptación es un ponche seco que se puede consumir ya sea como golosina, saboreando los trocitos de fruta deshidratada o vaciándola en agua caliente para tomarla como ponche.
También cuentan con líneas gourmet, en las que utilizan garapiñados con cacao, almendra, cacahuate o café.
Uno de los principales objetivos de don Saúl siempre ha sido promover a la guayaba como uno de los alimentos más nutritivos, ya que contiene 16 vitaminas y 6 veces más vitamina C que los cítricos, por lo que fortalece nuestro sistema inmunológico.
Además, la guayaba tiene un coeficiente de digestibilidad de más del 90% porque tiene mucha fibra, lo que ayuda a nuestro aparato digestivo a recuperarse de enfermedades al ser fuente de pectinas. De ahí que los agrónomos le llamen “la campeona del maratón de las frutas”.
El proyecto de Frutland comprende la visita a la fábrica de dulces artesanales y degustación de algunos productos, un paseo por los huertos de guayaba, que siempre están con fruto o en flor, y un taller de elaboración de dulces artesanales.
Estos recorridos cuentan con narrativa histórica para que conozcas qué fue Calvillo, qué es, y qué creen que va a ser a largo plazo. Cuando sea tiempo de cosecha, en febrero o agosto, te va a tocar cortar guayabas y probarlas recién bajadas del árbol.
Los recorridos son de las 11:00 de la mañana a las 4:00 de la tarde, con duración de una o dos horas. También hay recorridos para grupos que van a desayunar o comer.
El costo es realmente simbólico: 15.00 pesos, que don Saúl sólo utiliza para los gastos que representa el mini taller de elaboración de dulces, las cofias o los vasitos de degustación. Lo único que tienes que hacer es reservar al 495 956 1859.
Calvillo se encuentra a sólo 45 minutos del Aeropuerto Internacional Jesús Terán Peredo y una hora del centro de Aguascalientes. Es un Pueblo Mágico muy pintoresco e interesante.
Además de visitar Frutland, podrás ver los murales del Paseo del Artista, la calle de las graditas y comprar bisutería elaborada con semillas de los diferentes frutos que se siembran en Calvillo o huaraches de corte estilo Calvillo, únicos en el mundo.
Para un viaje 100% gastronómico, vale la pena probar los famosos quesos de adobera o la deliciosa birria del mercado, que allá se sirve seca y coronada con rajas de cuaresmeño en vinagre.