¿Te has preguntado por qué comemos tamales el Día de la Candelaria? Esta fecha es conocida en México por ser la fiesta en la que se presentan niños Dios vestidos para presentarse en la iglesia para después celebrar con comida tradicional que emociona al abrir de una vaporera pero ¿de dónde viene todo esto?
En la antigua Judea no se comían tamales ni atole y en el México Prehispánico no se conocían a Jesús. Entonces ¿Cómo sucedió que estos símbolos terminaron por representar a una sola cultura? Todo se lo debemos a los evangelistas del Nuevo Mundo y la forma en la que combinaron ambas tradiciones.
Regresemos a la Navidad y a la Epifanía para entender todo esto. Según el Evangelio de Mateo de la Biblia cristiana, al nacer Jesús, Herodes, rey de Judea, dio la instrucción a los Reyes Magos de investigar quién era ese bebé que presagiaba un reino que no era el suyo.
En un sueño, los Magos fueron advertidos de no cumplir con el encargo, por lo que Herodes decidió asesinar a todos los bebés que habían nacido durante esos días. Para evitar que lo encontraran, María y José escondieron a Jesús; este hecho fue representado años después en la rosca de reyes que se parte en España, Portugal, Francia, México y otros países el seis de enero.
Hasta acá vamos bien ¿cierto? Sigamos.
En la fe católica, el dos de febrero es la fecha en la que María, madre de Jesucristo, cumplió cuarenta días después de su parto; este lapso, según la antigua tradición judía tenía que ver con la purificación de su cuerpo y la presentación de su hijo en el templo.
Para honrar a la mujer que dio vida al salvador del mundo desde la fe cristiana, este día fue marcado en el calendario Gregoriano como una fiesta de guardar; es decir, una celebración religiosa.
Antes de la llegada de los españoles a Mesoamérica, el año nuevo entre los antiguos mexicanos se recibía a principios de febrero. Durante el primer mes se le rendía culto a los tlaloques –ayudantes de Tláloc, dios de la lluvia-.
En ese entonces, el tamal era el platillo sagrado que se le ofrecía a las deidades y a la tierra como agradecimiento por darnos los alimentos. Febrero era el mes para iniciar las peticiones de lluvias y rendir culto a las semillas que se iban a sembrar, lo cual aún sucede en algunos pueblos hoy en día.
Hacia el siglo XVIII, nuestros antepasados indígenas continuaban ofreciendo tamales al inicio del año nuevo prehispánico; esto con la intención de augurar buenas cosechas durante el ciclo que empezaba.
Con la Conquista, los españoles aprovecharon algunos elementos de la cotidianidad de los pueblos mesoamericanos para facilitar la evangelización a la fe cristiana. Con esto, se dieron cuenta de que habían costumbres que podían complementarse, como el hecho de celebrar la fiesta de la purificación de la Virgen si se mantenía la tradición de comer lo que por las mismas fechas se ofrecía al dios Tláloc.
…Y básicamente por este motivo es que comemos tamales en el día de la Candelaria.
La Virgen de la Candelaria nació como un símbolo cuyo nombre deriva de “candela”, el cual representa la luz: una guía hacia el buen camino y la redención y aviva la fe en Dios. A pesar de que su culto nació en las Islas Canarias, llegó a Mesoamérica como culmen de las fiestas navideñas.
En la mesa suceden cosas muy curiosas: el 6 de enero y el 2 de febrero se unen nuestros dos cereales básicos; el trigo de la rosca –el “cuerpo de Cristo”- y el maíz de los tamales –nuestra carne y nuestros huesos-; es decir, la unión entre lo divino y lo terrenal.
Existe la costumbre de vestir figuras que evocan a Jesucristo y llevarlas a bendecir a las iglesias; después de eso, sigue una cena en familia con la tradición gastronómica prehispánica pero la creencia hispana de la fe.