No es muy claro su origen, ni tampoco el motivo por el que se llama pan de mujer. Lo que sí sabemos es que es una tradición gastronómica de algunos pueblos en Sinaloa y que su dulzura ameniza a quienes transitan por las carreteras del estado.
A pesar de que evoca al género femenino, estas piezas las puede elaborar cualquier persona. A pie de carretera suele ser fácil encontrarlas, especialmente si uno anda entre Guasave, El Fuerte, Los Mochis o Culiacán. Hay que seguir el camino de las abejas, quienes caen rendidas ante la miel que se unta en la superficie para dejarlo chapeteadito y delicioso.
Esta preparación tiene varias peculiaridades. La primera es que es un pan que no lleva huevos ni lácteos. En segundo lugar, debe cocinarse en hornos de piedra para que el sabor sea más autóctono. La última -y quizás la más especial para un pan de pueblo- es que el relleno no es pura migaja, tiene polvo de piloncillo (también conocido como panocha o panela) u otros elementos dulces.
La mayoría de las personas que lo preparan tienen, al igual que la mayoría de los panaderos del mundo, su hora pico, en las mañanas. A más tardar a las cinco de la mañana se debe encender la leña dentro del horno para que vaya calentando y para entonces, la masa también debe estar levada.
El pan de mujer se rellena con piloncillo tradicionalmente pero sus versiones han evolucionado al paso del tiempo. Panaderías populares como la de Bacurimí, encabezada por María Guadalupe Ríos, han innovado agregando queso crema, cajeta, mermeladas y diversas confituras.
Es un pan relativamente fácil de hacer pues lleva pocos ingredientes. Para lograr hacerlo en casa solo se requiere harina, agua, levadura, piloncillo, manteca vegetal y miel. ¿Quieres intentarlo? Acá te va la receta: