En México somos diversos, es por eso que hay un pan típico diferente en casi cada localidad en la que te pares. Como somos muy paneros, te mostramos nuestra selección de favoritos alrededor del país.
Aunque suene extraño -porque no habían trigo ni levaduras como tal en ese entonces- el pan en México tiene raíces prehispánicas y fue adquiriendo diferentes nuevas características con el mestizaje. Hoy en día las influencias son sobre todo francesas y también chinas.
Su nombre proviene del náhuatl cocolli, que quiere decir retorcido. Según la región, puede estar cubierto de ajonjolí o de una arenilla fina sabor a anís. Se consume en Tlaxcala, Hidalgo y el Estado de México es de masa de harina de trigo con piloncillo.
Este es el único pan típico de México que es prehispánico en esta lista, aunque la receta ha evolucionado a lo largo del tiempo pues antes era de maíz y después evolucionó al trigo.
Cuenta la leyenda que los pastes se llaman así por los mineros ingleses que vinieron a trabajar a las minas hidalguenses, quienes horneaban una especie de empanada llamada pastry, que los hidalguenses tropicalizaron con su clásica receta de papa con carne molida.
También cuenta que esta comida era ideal para alimentarse dentro de las minas, ya que soportaba las condiciones extremosas de las mismas, además de ser nutritivo y delicioso.
Las opciones de pastes son infinitas: hay de chorizo con queso, de mole verde, de jamón con queso amarillo, de zarzamora con queso crema… y lo mejor es que ya no tienes que ir hasta Real del Monte para saborearlos, pues ya hay varias sucursales del original Real de Plateros en CDMX.
Hay quien dice que no puedes ir a Puebla sin comerte una cemita. El pan con el que se prepara proviene del pan salado introducido por los franceses durante la intervención francesa en México (1863-1867), aunque ha evolucionado para adaptarse a los gustos mexicanos.
Las puedes encontrar rellenas de quesillo, pata, jamón, queso de puerco, milanesa, pollo y carne adobada, aderezadas con mayonesa, frijoles refritos, aguacate, cebolla, chipotle y pápalo.
Es un pan salado de masa densa y costra dura, elaborado con harina de trigo, agua, sal y levadura. Su forma es similar a la del bolillo del centro, pero más alargado, con consistencia es correosa y sabor agrio.
Fue producido a principios del siglo XIX por panaderos franceses establecidos en Guadalajara de apellido Birot, de ahí su nombre. Con este pan se preparan las tortas ahogadas, las del santuario, los lonches bañados o la capirotada.
Comenzó a prepararse durante la primera mitad del siglo XX y puede ser tallado, ranchero y picón. Tiene su origen en la tradición panadera del pueblo de San Pedro Bocaneo, cuyos panaderos llevaron a Acámbaro la masa de este pan.
El pan de Bocaneo estaba hecho con azúcar, pulque, grasa de cerdo y harina pero en Acámabaro, agregaron yema de huevo. Uno de los secretos de este pan es separar las claras de las yemas, para que cada una de éstas cumpla su función.
Se le llama así porque obtiene su humedad característica y esa maravillosa textura de las yemas de huevo, las cuales también ayudan a que tome un color dorado precioso a la hora de ponerse en el horno.
El pan de yema es tradicional también en la época de muertos; algunas comunidades rurales en Oaxaca colocan una cabecita de porcelana en la parte superior durante esta época.
Acá te tenemos la receta para prepararlo en casa.
En Hidalgo se beben el pulque, en el norte decidieron mejor utilizarlo como base de fermento para preparar pan típico de México.
Sonora, Chihuahua y Coahuila son los estados donde esta variedad impera en las mañanas y es el mejor acompañante de un cafecito caliente y un taquito de frijoles puercos. Suele amenizarse con mermelada de membrillo o unos trozos de nueces endémicas de la región.