En Durango puedes ver alacranes por todos lados: en las artesanías, en los murales y hasta en los símbolos locales. Pero lo que no podía creer es que están presentes hasta en sus alimentos, bebidas e incluso, en su Santo Patrono.
“San Jorge Bendito, amarra a tu animalito con tu cordón bendito, para que no nos piquen ni a mí ni a mis hermanitos”. Seguramente recuerdas la efigie de este santo, que aparece a caballo sobre un dragón, pero en este caso, poco les falta para haber cambiado al dragón por un alacrán.
Mi sesuda conclusión fue que los duranguenses deben tener una especie de amor/temor similar a la que el resto de los mexicanos le tenemos a la muerte, pero aparentemente la aceptamos y nos burlamos de ella.
¿Y qué mejor manera de burlarnos de algo que ponerlo hasta en la sopa? Mirarlo todo el día, en todo momento, hasta que, por fin, su presencia nos atemorice menos.
Creo que este es el caso del consumo de alacranes.
El Mercado Gómez Palacio, en el mero centro de Durango, aparentemente es un mercado convencional pero, por estar cerca del Centro Histórico, bien podría pensarse que algunos de sus locales están diseñados para los turistas.
Ahí hay un montón de mercancías que son una oda al alacrán: hay relojes, con alacranes enormes, de aproximadamente treinta centímetros de largo con todo y cola. Hay mezcal, con sus buenos alacranes adentro, clavados en una palito, a modo de banderillas.
Pero lo que mantiene a la gente en vilo en este lugar es la oportunidad de probar alacranes: en tacos, en banderilla y hasta en el mezcal (Si, Durango también produce mezcal).
Como toda comida exótica, a comer alacranes en Durango se le ha atribuido poderes místicos y de salud. Las supersticiones incluyen un mejor desempeño sexual en los caballeros (¿por qué será que todo lo raro o incomible se identifica con la potencia viril?), curar heridas, dolores oculares y hasta el cáncer.
En cuanto a sus cualidades medicinales, su veneno –igual que el de la abeja- se considera benéfico para las enfermedades reumáticas, aunque esto no se haya comprobado científicamente.
Por regla general, los preparan comaleados o fritos, y los sirven en tacos o en banderillas, aunque hay otros restaurantes que podríamos llamar temáticos, donde hay varios platillos que contienen alacranes, como caldillo duranguense y, como en el caso de los chapulines, los agregan en guacamoles u otras botanas complementarias.
Y bueno, ya estaba ahí y había que probarlos. Debo confesar que al menos en mi caso, la experiencia de probar comidas exóticas, tiene más que ver con las caras de expectativa de las personas de alrededor y sus reacciones a mi expresión.
Los alacranes para mí, no fueron el gran descubrimiento gastronómico. Podría describir su textura y sabor como una extraña mezcla entre camarón, carne de res y chapulín. Pero si eres aventurero y te gusta probar la cultura y rarezas locales, como a mí, lo podrías intentar. Aunque SIEMPRE debes tener presente que la Secretaría de Salud no avala su consumo.
Cuando vayas a Durango, tienes que probar otras exquisiteces locales, como los cortes de carne, el caldillo duranguense, el chile pasado, la birria, las conservas de todo tipo, los lácteos y los mezcales. Si te quedó el gusanito de conocer otros tabúes alimenticios, te recomendamos esta nota.