Tu primera quesadilla de sesos te supo súper buena hasta que te enteraste de qué era o ver a la señora de las carnitas prepararla, ¿no es así? Seguramente, pasada la resistencia inicial, pediste otra y te volviste fan.
Los sesos son de esos alimentos a los que les hemos hecho el fuchi por mucho tiempo. Pero al igual que los tuétanos, poco a poco están recuperando terreno entre los paladares exigentes.
Las causantes de este regreso triunfal es porque los carniteros y cocineras supieron cómo ponerla dignamente entre tortillas y darles la nueva identidad de sesadillas.
Si, desde las que puedes saborear en cualquier puestito de la esquina, al comal o fritas, hasta las que se preparan en el mismo cazo de cobre con las carnitas y el chicharrón: doraditas y crujientes. (Uf, ya salivamos namás de pensar en las del Rincón Tarasco)
Aquí te va nuestra versión casera de este clásico callejero que va con las carnitas y lleva tortillas de todos los días; ahora que, si te quieres ver más industrioso o creativo, puedes intentarlo también elaborando tu propia masa o incluso nixtamalizar en casa.
Los sesos para tus quesadillas los consigues en el mercado, donde venden vísceras como pancita, pata, hígado y todas esas delicias escatológicas.
Ingredientes
Preparación
La salsa clásica para acompañarlas es el pico de gallo. Aquí te decimos cómo prepararlo.
Los sesos son una delicadeza que puedes preparar de diferentes maneras. Y si no me crees ahí te van otros dos tips: haz tamales rellenos de sesos o tortitas, sí, como las de papa, pero con sesos. ¡Y prepárate para ver las caras de sorpresa a tu alrededor!