Las mañanas amanecen frías en la Patagonia -muy parecido a la temporada de lluvias de la CDMX- y se sabe, en ambas latitudes, que la mejor forma de hacerle frente a los días grises es con pancito dulce o facturas, como les dicen en el sur.
Aunque estas piezas de alegría tiene orígenes similares, son muy distintas unas de las otras. Argentina tiene formas, tamaños, sabores y colores muy especiales que vale la pena conocer.
La palabra viene del latín facere, que significa hacer o crear aunque nosotros más bien la relacionemos con el pago de impuestos. Esto tiene un por qué: el nombre fue puesto a propósito por un gremio de pasteleros anarquistas que quería resaltar el valor de su trabajo.
Allá no son cuernitos ni croissants, se les llama medias lunas. Tampoco hay conchas pero sí vigilantes; nos une el amor por el hojaldre en orejitas o laminados que allá rellenan con crema pastelera o el tradicional dulce de leche. Nos gustan los cañoncitos -una especie de canelones- y los libritos, una masa plegada de manera tal que parece un libro.
Desayuno con facturas, submarinos y emparedados
Por su contexto e historia, la cocina de Argentina es el cúmulo de muchos saberes gastronómicos. Tienen influencia principalmente italiana aunque también llegaron migrantes franceses y españoles al fin del mundo; esto enriquece los fogones y la forma de cocinar y hace posible que las pizzas sean auténticas o que exista una cultura de la pasta más allá del Mediterráneo.
Con la panadería y los desayunos en general pasa algo similar: sentarse a la mesa por las mañanas implica poner en el plato todo ese mestizaje y recibir al día como se debe: con comida rica.
Foto: Paloma García Castillejos
Las facturas de la Patagonia son piezas de pan que reúnen la tradición panificadora de la península Ibérica y también las técnicas francesas pero adecuadas a las latitudes argentinas. Algunas reglas se mantienen intactas como el uso de buena mantequilla o el respeto por los tiempos de reposo.
Hay toda suerte de variedades: los rellenos, los de masa laminada o los sencillitos que encuentran su magia entre el sabor equilibrado y la textura esponjosa.
Los complementos
Por supuesto que una pieza de pan dulce o facturas de la Patagonia no perdonan una bebida caliente. Nos gusta el café negro por cumplidor pero también vale la pena apelar a la tradición argentina con un submarino; en leche caliente disuelven una barra de chocolate hasta hacer una bebida reconfortante e ideal para chopear o solo maridar.
Es raro que los desayunos en el fin del mundo sean abundantes pero si el hambre llama, suelen preparar un pan más grande con la misma alma de las facturas. Medias lunas o brioche que rellenan de jamón y queso que queda espectacular al tostarlo y gratinar.
Foto: Paloma García Castillejos
Un lugar en la CDMX para sentirse como en Argentina
Hace más de 20 años llegó Gonzalo Monzo a tierra azteca con la intención de mostrarle al chilango que Argentina no solo es lugar de asados sino también de sabores complejos y preparaciones interesantes.
Arrancó su vida en la industria restaurantera y hoy lidera Patagonia, un rincón en la colonia Condesa donde las facturas, los emparedados y los submarinos están al alcance de todos sin la necesidad de viajar a Argentina.
Es un gran lugar para acercarse a la cocina del sur del continente de una forma más íntima, y qué mejor que aprovechar la hora del desayuno para conocer algo más que las empanadas y el asado de tira.
En la carta aparecen todas las opciones para vivir una experiencia argentina de a de veras pero también hay opciones más sustanciosas, como nos gusta en México. Nadie perdona sus chilaquiles verdes o los molletes con pan recién salido de sus hornos.
Foto: Paloma García Castillejos
Aprovecha este fin de semana y date una vuelta para conocer las facturas de Patagonia y todo lo que tiene que ofrecer de la cultura argentina.
Patagonia
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