El mundo está lleno de aquellos que se aprovechan de las necesidades de las personas por bajar o mantener el peso ya sea con remedios mágicos o promesas falsas. Por eso, la mejor opción será siempre la de acudir al nutriólogo o con un profesional para una dieta personalizada de acuerdo a tus necesidades.
Si algo hemos aprendido de ellos son algunos consejos pues bien dicen por ahí que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Va un spoiler: cuando quieres adelgazar, entre más simple sea la técnica, mejor. Las soluciones más sencillas te pueden ofrecer grandes cambios.
Una palabra puede ser clave ya sea para triunfar o para fallar: hábitos. De acuerdo con BJ Fogg, un científico de la Universidad de Stanford que estudia el comportamiento, desmenuzarlos hasta el punto más pequeño es más fácil para crearlos.
Dice: “Lo haces tan simple que es casi como si no tuvieras excusa para no hacerlo. Así que incluso cuando tienes prisa, estás enfermo o estás distraído, es tan pequeño que aún puedes hacerlo”. Los cambios no tienen que ser toda una revolución al organizar tu día.
Hay cambios que puedes hacer para ahorrar un par de calorías como tomar el café negro. Una taza con crema y azúcar te puede sumar hasta 80 calorías mientras que beber un americano solo no suma nada.
Cuando lo llevamos a una cantidad de tiempo podemos traducirlo en dos kilos más en un año solo por este detalle. Recuerda, entre más simple mejor.
Los colores son fundamentales en nuestros alimentos; no es ninguna suerte que el mango sea amarillo o las naranjas anaranjadas. Para la misión que significa mantener tu peso las frutas rojas son un gran aliado ya que significa que son ricas en flavonoides, un antioxidante que modera la acción de los genes que almacenan la grasa.
Voltea a ver las manzanas, las fresas, las frambuesas, la sandía y todo aquel alimento natural rojo.
Si nunca habías escuchado esas palabras te platicamos que se trata de un té chino que se pronuncia puerr. Esta bebida tiene una función maravillosa: reduce el tamaño de las células grasas.
Cuando aumentas de peso, tus células grasas se multiplican, pero no solo eso, son más grandes que las demás. Una vez que comienzas a adelgazar esas células grasas que sumaste no desaparecen, lo que sucede es que se reduce su tamaño y por lo tanto tu cuerpo pierde volumen.
Para eliminarlas por completo de tu organismo deben pasar periodos largos de tiempo y mantener un peso menor del que tenías hasta que tu cuerpo detecte que son innecesarias y su ciclo de vida termine, es hasta ese momento que se desechan.
De acuerdo con una publicación del New York Times, oler una fruta antes de comer puede jugar a tu favor. Esto se debe a que si acercas una manzana verde o un plátano e identificas su aroma dulce tu inconsciente te hace tomar decisiones más saludables u optes por otra cosa, de acuerdo con los científicos de dicha publicación.
Además los postres demasiado azucarados se verán menos atractivos que de costumbre. ¿Por qué no lo intentas?
Esta es una gran idea que incluso cadenas de comida rápida han puesto en marcha. Se trata de sustituir el pan por otro ingrediente o simplemente eliminarlo.
Por ejemplo, una hamburguesa puedes hacerla con menos calorías al envolverla en lechuga en lugar de los famosos bollos o bien hacer tu sándwich sin pan de caja y en lugar de eso colocar una rebanada de queso -entre más maduro menos grasa- y voilá, quitas de tu merienda al menos 200 calorías.
La revista Diabetes en Estados Unidos publicó un estudio en donde la temperatura puede ser un factor para disminuir esa grasita abdominal.
Menciona que la grasa ayuda a elevar la temperatura corporal por lo que los participantes, después de cuatro semanas de dormir aproximadamente a 18°C disminuyeron sus volúmenes de grasa abdominal. ¡Qué tal!