Uno de nuestros propósitos de año nuevo sin duda será tener menos desperdicios a la hora de cocinar. Y no es cosa sencilla, hay que decirlo; sin embargo, trae muchos beneficios no solo para el planeta sino para el cuerpo y la salud.
Toma tu bolsa del mandado y prepárate para la compra más eficiente de tu vida. Todo lo que está en nuestra lista se utilizará en su totalidad y comerás delicioso.
Muchos de los alimentos que se tiran a la basura proviene de compras domésticas que no se administran correctamente y tiene todo el sentido porque ¿quién nos enseña cuánta comida comprar al llegar a la vida adulta?
Más allá de que las cosas se nos echen a perder en el refri, hay partes de los vegetales e incluso las carnes que creemos inútiles… hasta que dejan de serlo porque descubrimos que hacen más rico alguno de nuestros platillos del diario.
No solo sirven para aromatizar ese maravilloso panqué o la rosca de reyes cuando están rallados sino que pueden infusionarse, confitarse y hasta ser el cuerpo de una maravillosa mermelada.
Piensa en un pollito asado con sutiles aromas a limón amarillo o verde. Esto lo puedes lograr dejando el aceite tibio infusionar toda la noche con sus cáscaras. También pueden servir para enchular postres.
Si lo que quieres es hacer una mermelada, asegúrate de quitar toda la piel de las naranjas cuidando que no se venga la parte blanca (que se llama alvedo y es muy amarga). Cocina la pulpa con azúcar en la misma proporción y termina con la piel cortada en gajos. Una verdadera delicia.
¿Pelaste zanahorias y no quieres tirar la piel? ¿Te sobraron hojitas de esas alcachofas que compraste en el mercado? ¿Ya no caben los rabos de cebolla en el compostero? Todos estos desperdicios tienen un bonito fin si se saben aprovechar: los fondos.
Pon todas aquellas sobras en una olla con agua y sal hasta que hierva. El resultado será un caldito con el que puedes hacer arroces, cocer pasta o hasta preparar sopas.
Una práctica de los estudiantes del Basque Culinary Center desarrolló diferentes formas de aprovechar los desperdicios en la cocina con recetas muy básicas que se pueden hacer en casa. Una de las más interesantes es el uso de los residuos de café -mejor conocido como borra- para dar sabor a unas deliciosas galletas.
El procedimiento es sencillo: Se acreman 350 gramos de mantequilla con la misma proporción de azúcar hasta que esponje y se agregan 100 mililitros de leche y un huevo. Por otro lado se mezclan 100 gramos de borra y 80 de harina con una cucharadita de polvo para hornear.
Se termina con 300 gramos de pulpa de almendra, reservas en el refri y están listas para tomar forma e ir al horno.
Si alguna vez has escuchado del tepache sabrás que este fermento se prepara con cáscaras de piña y piloncillo que reposan de 5 a 7 días en agua.
No solo es una bebida deliciosa y muy tradicional de México sino que además tiene probióticos, esos pequeños microorganismos que ayudan al buen funcionamiento de la flora intestinal.
Este principio es el mismo que las cáscaras y sobras de vegetales. Para hacer un buen fondo de res, pollo o incluso pescado no se necesita carne de ninguno de estos animales, más bien la pedacería que no vas a utilizar.
Si tienes problemas digestivos prueba con el caldo de hueso, el cual ayuda muchísimo a que la cosa fluya en tus intestinos de manera correcta.
Bien lo decían las abuelas, quien sabe hacer arroz está listo para casarse. Pues es que no son enchiladas, preparar un buen arrocito tiene su chiste y sus mañas. En el camino a la perfección seguramente se te ha batido un par de veces y en vez de tirarlo, puede tener una gran vida después de la muerte.
Ese masacote que grita un fracaso culinario es más bien un alarido de segunda oportunidad. Utilízalo si vas a preparar cremas y así les darás textura y sabor sin la necesidad de agregar lácteos. El secreto está en licuarlo junto con los vegetales en cuestión.
Son despreciadas por tener un alto nivel de acidez y también por hacer más difícil el trabajo de picar cubitos perfectos, pero eso no quiere decir que merezcan estar en la basura.
Aprovecha las semillas de jitomate para enriquecer tus caldillos y sopas; licúalos y agrega al caldito de pollo para que tome un sabor más.
La mayoría de las veces compramos carne llena de grasa o el inevitable espejo que se debe quitar a las piezas para tener un plato decente. Ese gordito no tiene por qué desperdiciarse; si lo guardas e integras a los guisados o estofados dará muchísimo sabor y podrá aprovecharse mejor.
Esos desperdicios de pan que están a punto de romperte los dientes pueden tener una segunda vida de muchas maneras.
Nuestra favorita es hacer un budín de postre: mezcla una taza de leche, dos huevos, azúcar y canela, corta aquel pan ladrillo en cubos e hidrátalo en esa mezcla.
Hornea por 25 minutos y será tan esponjoso y rico que no lo reconocerás.
Este es uno de nuestros vegetales favoritos y es que no se le nota para nada que es saludable. Sus sabores nos recuerdan a la infancia y vaya que van bien acompañando una hamburguesa o un bote de cátsup.
Sin embargo, las cáscaras de papa han sido muy poco valoradas en la historia y son de las partes más ricas. Si de plano no las quieres, aprovéchalas mejor e incorpóralas en salsas o caldos que quieras espesar.
Cuando ya están aguaditos y comienzan a tener manchas en la piel aparentan ser desperdicios más en tu refri pero no es así.
La realidad es que tienen mucha más vida de la que crees. Son buenísimos para hacer salsa de pizza, caldillos e incluso purés. Mira todas las ideas para aprovecharlos.