En 1972 se sembró la primera vid en tierras queretanas como un experimento que respondía al microclima de la región de San Juan del Río, Ezequiel Montes y Bernal. A partir de ahí, nació toda una industria de turismo de vinos, quesos y productos gastronómicos en el Altiplano.
Desde entonces, la producción vitivinícola ha sido una gran motivación para visitar esas latitudes; el plan de ir a un viñedo a comer rico y disfrutar una buena copa de vino al atardecer es posible y está solo a un par de horas de la Ciudad de México.
Hay un dato que aseveran todos los expertos: el vino es una representación de la tierra que ve crecer sus uvas. Aunque el fruto pasa por diversos procesos para llegar a la botella, es la mineralidad del suelo, la lluvia y el viento lo que da los aromas primarios.
En el caso de los viñedos La Redonda, han tenido casi cincuenta años para perfeccionar sus caldos y adaptarse por completo al clima en el que se desarrolla. La última joya a la corona de su catálogo se llama Altiplano y consta de una línea de cuatro vinos que rinden tributo a la historia que los ha visto crecer.
Todos ellos son producto de la cosecha de 2013 y son monovarietales, es decir, que se componen de una uva en específico. Hay Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Tempranillo.
El precio de todas las botellas es el mismo y es una línea que puede conseguirse fácilmente en tiendas especializadas o hasta plataformas online. Son etiquetas que vale la pena probar con distintos maridajes de la misma región para jugar con los aromas de la tierra que lo vio crecer.
Esta uva es la que le da personalidad a los vinos argentinos aunque su origen es más bien Francés y también da identidad ala región de Burdeos. Se caracteriza por ser de tonos muy intensos y aportar sabores a frutas como la cereza.
Para maridar Altiplano Malbec lo más recomendable son carnes rojas y estofados con sabores fuertes. Créenos, lo aguanta perfectamente bien. Si pensamos en comida mexicana, quizás lo mejor sería pensar en un mole rojo o unos taquitos de barbacoa.
Los taninos de este varietal y los intensos sabores a frutas negras -pensamos, por ejemplo, en la zarzamora- hacen de la Cabernet una de las uvas más socorridas para la vinificación.
Este vino es un poco más suave que sus pares y tiene más juego a la hora del maridaje. Uno de los mejores acompañantes es el queso curado y no hay mejor lugar para encontrar lácteos de este tipo que el valle de Ezequiel Montes, el mismo lugar donde están los viñedos que lo producen.
Para los que están iniciándose en el gusto de tomar vino, esta es la mejor opción de esta línea. Es una etiqueta con sabores muy suaves que recuerdan un poco a los españoles de la Rioja.
Para el maridaje le queda perfecto la carne roja y también los embutidos curados como el jamón ibérico. Si la intención es complementar una tabla de quesos, va bien con las variedades ahumadas y también con opciones como el Manchego de oveja.
Unos taninos intensos que al fermentar la uva y descansarla en barrica hacen vinos muy complejos son la característica principal de este varietal.
No hay que dejarse engañar; aunque es un vino potente en sus aromas primarios, también tiene mucho de la madera así que combina muy bien con platillos especiados como unas enchiladas mineras queretanas.