La biodiversidad de nuestro país es la quinta más rica del mundo. Esto nos da grandes beneficios que no todos los países tienen como los ingredientes que usamos día a día y aunque actualmente ya es popular por ser un superalimento se dice que la chía tiene su origen en nuestro país.
México cuenta con una variedad de climas y orografía impresionantes. Por ejemplo, la UNAM ha registrado aproximadamente 500 variedades de quelites -plantas comestibles de crecimiento espontáneo- a lo largo y ancho de nuestros casi 2 millones de kilómetros cuadrados.
La base de nuestra alimentación es el policultivo llamado “milpa”, en donde se siembra maíz, frijol, chile y calabaza, lugar en el que, además, crecen diversos quelites de acuerdo a la región. La milpa ha sido el sustento de nuestra alimentación desde hace 2000 años y poco a poco la dieta de los pueblos mesoamericanos se enriqueció con una diversidad de plantas, como el aguacate, uno de los primeros frutos que se cultivaron en nuestro territorio.
Dentro de los alimentos que tomaron gran relevancia con la llegada del periodo postclásico –a partir del año 900 de la era cristiana– fue la chía. Ésta representaba para los mexicas el tercer alimento en importancia. El maíz y el frijol en primer y segundo lugar, mientras que el amaranto era el cuarto.
Con la llegada de los españoles a nuestras tierras también arribaron los “productos colonizadores” como la leche, la cual hemos consumido como una de las principales fuentes de calcio. Así, la chía fue relegada. Hasta hace poco tiempo únicamente la aprovechábamos en el agua de limón sin conocer sus beneficios, a pesar de que es una fuente mucho más rica en calcio que la leche.
Los pueblos mesoamericanos siempre le rindieron un culto y respeto tanto a la tierra como a los alimentos que de ella surgían. En el mundo contemporáneo este culto hacia la naturaleza se ha perdido, pero en México las culturas indígenas, que aproximadamente conforman 10 millones de personas, en la actualidad conservan esta veneración.
Los mimos pueblos indígenas u originarios como se les conoce en la época contemporánea le rinden culto a una tierra a la que no explotan indiscriminadamente con un afán de lucro, sino únicamente para que sea la fuente de los alimentos que les ayudan a subsistir.
Podemos decir que el mundo indígena de la actualidad le sigue rindiendo culto a “Chicomecoatl”, diosa de los mantenimientos. En sus fiestas, los aztecas le ofrendaban una canoa llena de chía. Mientras cruzaba uno de los canales, estaba permitido que la gente tomara las semillas hasta dejarla vacía.
Poco a poco los conquistadores eliminaron de la dieta este alimento, aunque su consumo se conservó en comunidades indígenas o mestizas.
En la literatura costumbrista del siglo XIX hay registro de unas vendedoras de aguas frescas llamadas “chieras”. Aunque vendían aguas de distintos sabores, como de horchata, piña, limón y tamarindo, tomaban el nombre de la famosa chía por ser muy refrescante, según García Cubas, Manuel Payno y Guillermo Prieto.
Aunque la chía no tenga un sabor en especial, potencia otros sabores y el mucílago que se forma después de que reposa en el agua ayuda a tener una buena digestión.
En la actualidad, el 2 de febrero, día de la Virgen de la Candelaria, que coincide con el inicio del calendario prehispánico, se acostumbra llevar a bendecir las semillas que se van a sembrar y la chía que se germina para los altares del Viernes de Dolores.
Pero fuera de este escaso uso en el agua, prácticamente todo el conocimiento de sus propiedades nutricionales no se conocían y afortunadamente se están revalorando. Gracias a ello sabemos que la chía es rica en Omega3 y Omega6.
Las propiedades hidrofílicas de la chía le permiten absorber hasta 12 veces su peso y mantener el cuerpo hidratado por mucho más tiempo; además, los coloides hidrofílicos mencionados se liberan en el estómago cuando la semilla es consumida y actúan como una barrera física entre los carbohidratos y las enzimas que los hidrolizan, dando una sensación de saciedad, por lo que beneficia a personas con obesidad y diabetes.
La proteína que contiene la chía se digiere y absorbe fácilmente, además de que ayuda a la rápida recuperación del tejido muscular, así que la implementación de la chía en la dieta de personas en crecimiento, embarazo y lactancia es muy benéfica.
Además de las bondades antes mencionadas, la chía posee la característica de ser la fuente vegetal con mayor cantidad de aceites grasos Omega3; previene enfermedades cardiovasculares, neuronales y diferentes tipos de cáncer. Los ácidos grasos que contiene la chía son considerados esenciales para el cuerpo humano.
La chía tiene dos coloraciones, blanca y negra, y en México las principales plantaciones de chía se encuentran en Jalisco.
Así que, sin duda, hablamos de un alimento que además de tener siglos de historia y cultura, tiene propiedades y beneficios que hoy en día vuelven a ser apreciados, como lo hacían nuestros sabios antepasados.