La Antigua Hacienda de Tlalpan conjunta en sus muros color grana y sus maravillosos jardines, una tradición gastronómica que vuelve tras la pandemia con mejor sabor que nunca.
Hay muchos detalles que le dan diferenciación a este restaurante sobre los demás de su categoría. El espacio abierto y perfectamente cuidado con sus los pavorreales engalanando el jardín es uno; la cocina tradicional mexicana bien lograda es el más significativo de todos.
En tiempos donde la seguridad y la salud son primordiales, visitar un restaurante donde el aire libre es uno de los atractivos puede ser la mejor de las decisiones.
Pero terrazas hay muchas en la Ciudad de México. Y, aunque son más escasas, haciendas y edificios antiguos que se convirtieron en lugares de culto para comer también. ¿Qué hay de diferente con la de Tlalpan?
Su comida y la calidad de su servicio, sin duda.
Las porciones son abundantes y el tema sobre la mesa es claro: mostrar una cara bonita de la gastronomía tradicional mexicana sin mayor complicación.
Platos tan especiales como los escamoles a la mantequilla o los chiles en nogada -ambos disponibles todo el año- y algunos más comunes como el pollo en mole o la carne a la tampiqueña, todos están hechos con esmero y buena sazón.
Lo mejor para arrancar una tarde de sol y tranquilidad es un mojito cubano preparado al estilo Tlalpan: esa frescura de la hierbabuena y el limón se acompaña con mezcal en lugar de ron.
Vale la pena pedir mesa fuera, disfrutar del clima y dejarse apapachar por el equipo de meseros y capitanes.
Hay algunos platos por los que la Antigua Hacienda de Tlalpan ya es famosa: hablamos de sus maravillosos entrantes de gusanos de maguey al ajillo y de escamoles a la mantequilla que bien van en entre tortillas de maíz azul con su dosis de guacamole y salsa de chile serrano.
Ambos vienen en cantidad suficiente para compartir aunque nunca está de más pedirlos juntos para no quedarse con el antojo.
Otra buena opción al centro de la mesa es el pulpo braseado que se cocina en chimichurri y se acompaña con supremas de naranja; está hecho con tal habilidad que la carne es suave, con una textura crujiente en el exterior y nada chiclosa por dentro.
El contraste de sabores es increíble para acompañar con una copita de 2V blanco Casa Madero.
Todo el año hay chiles en nogada pero hay que reconocer que siempre saben mejor en temporada. Este además, es uno de los mejor servidos en cuestión de cantidad; el relleno verdaderamente abunda en el plato y contrasta en dulzura con la nogada.
Por supuesto que existen opciones más ligeras pero aquí la magia está en disfrutar de aquellos platos que no aparecen en otros sitios con frecuencia. La Antigua Hacienda de Tlalpan evoca eso: las tardes de fin de semana donde no hay gula sino agasajo, no hay ocio sino contemplación.
Cuando toca cerrar un festín, la figura del postre se extrapola: las expectativas crecen, la espera termina y debe culminar con algo que haga justicia a todos los platos anteriores. Aquí hay varias opciones que cumplen el requisito y van acorde a gustos particulares.
Para los chocolateros está una tarta de frutos rojos rellena de crema pastelera de chocolate de metate. Los aromas profundos a canela equilibran con el ácido de fresas, frambuesas y moras azules. Acompañado de un café o de un carajillo, es el motivo perfecto para prolongar la sobremesa y ser feliz un ratito más.
Si hay algo que nunca falla en la vida es el abrazo de un pay de limón con merengue. Este viene deconstruido y en el punto exacto donde converge la galleta crocante, la dulzura de las claras montadas y la acidez del limón verde. Un clásico que se redescubre en cada cucharada.
También hay sabores más clásicos y caseros como el flan napolitano. Haciendo un homenaje al jardín de la Antigua Hacienda de Tlalpan, una mariposa de chocolate se posa sobre ella.
Dirección: Calzada de Tlalpan #4619 col. Tlalpan Centro
Instagram: @antiguahaciendadetlalpan