Los pueblos en América Latina y el resto del mundo se reconocen por sus danzas, sus próceres, sus ecosistemas y sus literaturas, pero también -mala noticia para moralistas- por sus bebidas alcohólicas. Celebraciones, debates, proclamas y epifanías se acompañan de tragos que inspiran o envalentonan.
El continente tiene varios licores y destilados que le dan identidad a tantas y tantas comunidades que han construido nuestra sociedad. La historia de una cultura bien se puede conocer mediante su comida y las bebidas son el acompañante perfecto para platicarlas hablando de América Latina.
En Medio Oriente y Granada, España, se compartía una bebida fermentada de caña de azúcar similar al ron. Pero hasta que los españoles llevaron la caña a Cuba, se consolidó la bebida que conocemos hoy.
Ingleses y franceses iniciaron su producción a gran escala en las Antillas: tan importante que a Martinica se le ha llamado el archipiélago del ron. Esta bebida se destila de la melaza de caña de azúcar; tiene 80° de contenido alcohólico, que después se rebaja con agua destilada.
La forma favorita de consumirla es en cubas libres o mojitos, con limón, azúcar y yerbabuena.
Podría considerarse otro tipo del ron, pero se hace con la “cachaza”, es decir, con las sobras de la caña. Al inicio la bebían los esclavos, después se hizo popular en todo Brasil, al punto de convertirse en la bebida emblema del brindis de los movimientos independentistas en esas latitudes de América Latina.
Con menos grados alcohólicos que su par caribeño (de 38 a 51%), su calidad depende del tiempo de añejamiento en barricas de madera.
Las cachazas más jóvenes deben estar al menos dos años en reposo. La cachaza puede beberse sola pero es común usarla para la deliciosa caipirinha, a la que se le agrega, entre otras cosas, limón, piña, azúcar y hielo.
Se produce en ambos países, y su destilación de consigue a partir de la uva vitis vinifera: cepas blancas y rosadas a las que se también se les conoce como “uvas pisqueras”.
Como suele ocurrir, hay disputa entre las dos naciones (ah, la integración latinoamericana) por la paternidad de la bebida, tanto así que en Chile está prohibida la venta del pisco peruano con ese nombre y se le comercializa como “aguardiente de uva”.
Peruanos y chilenos también debaten dónde se inventó el Pisco Sour. Mientras pontifican, probemos: pisco, jugo de limón, azúcar, clara de huevo y hielo. Otra bebida es la piscola: pisco con la Bebida Negra del Imperio.
Aquí lo que se fermenta y destila es el agave de maguey. Se produce sobre todo en el estado de Oaxaca, aunque también puede encontrarse en estados de México como Durango, Guerrero, Michoacán, Puebla o Zacatecas.
En Jalisco, la destilación del agave azul produce un mezcal especial, el mundialmente famoso Tequila.
Los puristas exigen que mezcales y tequilas se beban solos, (el mezcal con rodajas de naranja; el tequila con rodajas de limón) pero siempre se pueden acompañar con otras bebidas para crear margaritas, mojitos y demás fantasías cocteleras.
Aunque se trata de ron, su elaboración la convierte en otra bebida y la botella donde se prepara tiene ingredientes insólitos, los más comunes: canela, ginebra, pasas, cortezas y raíces.
Su preparación también implica un ritual. Primero se pone ron en la botella, ya con las especies y las maderas, y tres cucharadas de miel, solamente para curar el envase.
Se deja macerar una semana, para que los ingredientes combinen sabores. Después, la botella se vacía del primer ron y se agrega nuevo, mezclado con vino. Una semana más de reposo y la bebida está lista. Se bebe como aperitivo, aunque también se le han adjudicado propiedades medicinales y afrodisiacas.
Es de caña, como el ron, pero a diferencia de éste, su producción artesanal lo hace una bebida más natural y rasposa.
Se encuentra lo mismo en las regiones del Pacífico que en el Caribe y Antoquía. Colombia tiene la particularidad que cada uno de sus departamentos (estados) es dueña de su propia fábrica de licores, y por ello hay una variedad bastante grande de aguardientes.
Existen aguardientes de distintas clases, según su proceso de elaboración: vicie, chirrinche, peque o tapetusa. Durante mucho tiempo fue prohibido por la corona española o el gobierno republicano, por lo que sus destilerías clandestinas se consideraron una forma de resistencia de los campesinos colombianos.
Desde antes de la aparición de los españoles, en los territorios actuales de El Salvador se fermentaba el maíz seco, con un poco de panela, y con este preparado se conseguía una bebida alcohólica conocida como la chicha.
Con la llegada de las técnicas de destilación, esta bebida derivó a lo que actualmente conocemos como Chaparro. Durante muchos años fue un licor clandestino y las fuerzas policiacas destruían las destilerías, que se conocían como sacaderas.
El aguardiente más popular de Guatemala sea añeja durante un año en barricas de roble blanco americano y se sirve en ocasiones especiales, como celebraciones familiares o nacionales.
La marca, además, ha creado un licor afrutado, el Quezalteca Rosa de Jamaica, que une el sabor típico del aguardiente con notas más dulces y propicias para cócteles.
Como el brandy, el coñac o el pisco, el singani forma parte de los aguardientes de uva; en este caso, se elabora a partir del destilado de la uva moscatel.
Se produce en los valles de Tarija, Chuquisaca y Potosí, y sus creadores fueron los monjes españoles, quienes cultivaron la vid y después produjeron la bebida en una finca llamada Singani o Sinaki tradicional de América Latina.
Este espirituoso ha logrado comercializarse en países como Argentina o Estados Unidos, donde ha conseguido buena recepción. ¿Una de las mejores formas de probarlo? En el cóctel boliviano chuflay, que se hace con ginger ale, hielo y una rodaja de limón.
La grappa es un aguardiente de uva que nació en Europa, entre Italia, Grecia o Suiza. Se hace a partir del orujo de la uva, que es el corteza de la fruta que sobra después de haber hecho la pisada para el vino.
Cuando los inmigrantes italianos llegaron al Cono Sur, llevaron con ellos la grapa, que se hizo popular en Argentina y Uruguay.
La originalidad charrúa consistió en añadirle granos, agua y miel de abeja, lo que la hace una bebida dulce, ideal para combinar con agua mineral y hielo. Es la bebida más apreciada por las murgas uruguayas, en las fechas de carnaval.
Los argentinos no tienen propiamente un licor nacional. O al menos eso dicen. Tienen algunos licores digestivos como la Ferroquina Bisleri y el Pineral, que están hechos con hierro y aguja de pino respectivamente.
También está el Cynar, que se hace a base de alcaucil, o alcachofa, y la Hesperidina, a base de mandarina. Pero la bebida “típicamente” argentina es, sin duda, el fernet con coca.
Los argentinos son los mayores consumidores globales de Fernet, una bebida italiana, pero no lo toman solo. Le añaden coca-cola, para crear una bebida espumosa, agradable y de buen sabor.
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