Cualquier postre con manzana es garantía cuando los sabores dulces aciditos de esta fruta se combinan con especias en una buena masa haciendo una receta apapachadora y tradicional como la del strudel.
No se trata de un pay cualquiera aunque los ingredientes son casi los mismos. Este rollo de pasta delgada y crujiente que en el interior guarda aromas a canela y azúcar tiene historia y personalidad propia.
Recetas van y vienen de los confines del planeta y muchas veces llegan mediante guerras y conquistas. Tal es el caso del croissant, que se inventó como una burla de los austriacos de la bandera turca… que luego dio identidad a la panadería francesa.
Algo similar sucedió con la receta del strudel de manzana a finales de la Edad Media. Cuando el imperio otomano cruzó los balcanes y llegó a lo que hoy es Europa Central, llevaron consigo un postre maravilloso que sigue deleitando las mesas turcas: la baklavá.
Estos postrecitos en forma de diamante se preparan a base de pasta phyllo, nueces, agua de rosas y miel; cuando lo conocieron, los reposteros vieneses tropicalizaron la preparación acorde a los ingredientes que tenían a la mano.
El apfelstrudel o remolino de manzana -por su traducción directa- es una especie de tronco de masa de trigo muy delgada que se rellena con manzanas, azúcar, canela, pan molido rallado y especias. Se puede complementar con pasas, nueces y hasta un toquecito de ron para afianzar los sabores.
Una de las cosas que distingue a la receta del strudel de manzana de cualquier otro postre es su masa. Si bien no es phyllo como sucede con la baklavá, es una pasta tan fina que los alemanes argumentan que una bien hecha deja leer el periódico a través de ella.
Esto se logra con el gluten de harina de trigo cuya elasticidad se potencia mediante un ácido -que puede ser jugo de limón o vinagre-. Trabajarla es un poco complicado pues hay que evitar que se rompa, así que es más fácil ponerla sobre un trapo o manta para dar forma al postre sin correr riesgos.
Es especial porque, al contrario de lo que sucede con las bases para tarta o cualquier otra masa elástica, la receta original no lleva huevo. Para dar el tono dorado que hace que se nos antoje comerlo a mordidas hay que barnizarla con yema o algun elemento que tenga grasas y proteína.
Una última cosa con la masa: la textura final es muy similar a la del hojaldre y eso se logra untando un poco de mantequilla derretida en toda la pasta antes de enrollar.
El relleno es un juego de texturas; por un lado están las migajas de pan que dan ese crujir tan placentero a la hora de morder.
Las manzanas -amarillas o verdes, de preferencia- aportan su dulzura y acidez a una mezcla de azúcar con especias para dar la combinación más ganadora para acompañar una bola de helado de vainilla.
Para la masa
Para el relleno