Hay platillos que, por más que evoquen en su nombre a algunos lugares del mundo, tienen su verdadero origen en otro lado y algunos, aunque no lo creas, son más mexicanos que el nopal.
Por raro que parezca, esas enchiladas de salsa cremosa no se inventaron en Suiza, ni la pizza con piña en Hawai; tampoco el flan es de Nápoles ni el bistec empanizado de Milán. Es más, tal vez la gente de aquellos lugares ni siquiera tenga el placer de conocer estos manjares; entonces ¿por qué diablos les llamamos así?
Si en algún momento de tu vida te encontraste botaneando con cacahuates japoneses tal vez le agradeciste a los mismos inventores del sake y del sushi pero te tenemos una sorpresa, has estado pensando en el origen equivocado.
Este producto es bien mexicano y su verdadero origen es nada más y nada menos que el barrio de La Merced en la Ciudad de México.
El creador es Yoshigei Nakatani y el año 1951, junto con Emma Ávila, su esposa, comerciaban frutos secos e intentaron tropicalizar una botana japonesa a base de con chícharos; en su intento nacieron los cacahuates japones como hoy los conocemos.
Tuvieron tanto éxito que abrieron una planta industrial en Iztapalapa y hoy la nieta del creador es la directora general; el resto es historia.
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Los tacos árabes tienen su verdadero origen en Puebla y la historia nos remonta hasta el Medio Oriente y el final del siglo XIX donde comunidades libanesas, irakíes y sirias llegaron con todo y sus tradiciones culinarias.
Este platillo es una adaptación de la receta del shawarma de una familia proveniente de Irak que ajustó la carne de cordero por la de cerdo para economizar y porque dicen por ahí que “tres cosas come el poblano: cerdo, cochino y marrano”.
Para prepararlo se acostumbró a poner la carne de forma vertical similar alrededor de un fierro o espada y de ahí que se haya seguido esta práctica con los tacos al pastor. Por supuesto y para sumar a lo mexicano se le añadió esa salsa roja espesa sin la cual son impensables los tacos árabes.
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José Inés Loredo fue un potosino que creó la carne a la tampiqueña en el entonces Distrito Federal.
Vivió en Tampico, Tamaulipas e incluso fue el Presidente Municipal al mismo tiempo que era mesero; sin embargo, declinó por el negocio de la comida ya que ganaba más dinero con sus propinas, ¡así como lo leen!
A finales de 1930 se mudó a la Ciudad de México y junto con su hermano fundaron el restaurante Tampico Club, que tuvo gran fama por su almuerzo huasteco y por preparar una sábana de res a un estilo que hoy es muy famoso.
La carne a la tampiqueña consiste en un filete de res acompañado de una guarnición de guacamole, frijoles refritos, rajas de chile poblano y un par de enchiladas potosinas.
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Seguramente los suizos no saben que en México existe una preparación culinaria que lleva como adjetivo su nombre.
Su verdadero origen comienza en el empeño de tener un platillo con los colores de la bandera suiza -rojo y blanco- pero la creatividad mexicana no se hizo esperar hasta llegar a lo que conocemos hoy.
Se dice que esta historia comenzó en una cafetería en el Centro Histórico de la Ciudad de México llamada Café Imperio que desapareció al paso del tiempo; sin embargo, en el icónico Sanborns Los Azulejos, entre la calle Madero y 5 de mayo guardaron la receta.
Consiste en tortillas dobladas y rellenas de pollo bañadas en salsa, crema y queso gratinado.
Nápoles es una ciudad en Italia, pero el flan napolitano no tiene nada que ver con esas latitudes aunque la historia dice que fue inventado por los antiguos romanos.
Cuando llega a México y se le añade queso a esa mezcla de huevo con leche y azúcar, toma este nombre tal vez haciendo referencia a los grandes quesos que se preparan en Italia. Es irónico, pues el verdadero origen de platillos como éste, por más incierto que sea, es de este lado del hemisferio.
Mientras aquí te dejamos una receta para prepararlo ya sea en estufa u horno.
El helado napolitano, ese que ahora conocemos de tres sabores, tiene su verdadero origen en Estados Unidos. Fue creado por inmigrantes italianos inspirados en los colores de la bandera de su país -verde,blanco y rojo-.
Aparentemente no tuvieron mucho éxito en la ejecución ya que el helado napolitano es una mezcla de sabores de fresa, chocolate y vainilla, es decir, sus colores son rosa, café y amarillo.
Para quienes les gusta la piña en la pizza pueden agradecerle a un griego que la inventó en Canadá y no a ningún ciudadano de Hawai.
El verdadero origen de estos platillos no evoca a sus ingredientes tradicionales, sin embargo sí nos transporta a ese lugar donde se baila hula y la fruta también va en platos salados.
Sam Panopoulos es el nombre del creador, quien junto con sus hermanos dirigía algunos restaurantes en Ontario; aquí nació esta interpretación del plato italiano al arrojarle algunos pedazos de piña en conserva sin saber que iban a generar toda una controversia en el futuro.