Antes de que existieran los medios y métodos para producir azúcar de caña, el mundo conoció otro endulzante: un líquido viscoso fabricado por un animal fundamental para la continuidad del medio ambiente, las abejas. Pero, te has preguntado ¿cómo se hace la miel que llega hasta tu mesa?
Sin este animalito, alrededor de un 60% de las frutas y verduras que hoy conocemos simplemente desaparecerían por la falta de polinización.
Y aunque hay otras especies que cumplen esta función como las mariposas, las abejas tienen el trabajo más duro al llevar el polen de alrededor de 25 mil plantas con flores y más del 70% de los 100 tipos de cultivos que abastecen al mundo de alimentos.
La miel que llega hasta nuestra mesa y que se comercializa es el trabajo de millones de abejas a lo largo de su vida que dura en promedio unos 45 días; sí, un periodo muy corto considerando todo lo que hacen.
No todas las flores son candidatas para extraer el néctar, solo ciertas especies son la elegidas de estos pequeños insectos.
Es todo un mundo fascinante: no solo la anatomía de la abeja está diseñada para producir miel, también todos los líquidos que genera están hechos para su supervivencia.
Tienen, por ejemplo, enzimas que ayudan a transformar el néctar desde la recolección hasta que lo colocan dentro de las celdas del panal; también tienen unas glándulas específicas para producir cera, que es fundamental para construir la colmena y proteger a la miel cuando está lista.
Todo el proceso comienza cuando las abejas llegan a su vida adulta, es decir, 21 días. Van por los campos explorando y extrayendo azúcares de las flores con la lengua, que es es lo suficientemente larga, flexible y funcional para hacer este trabajo.
Una vez extraído el néctar de la flor, es ingerido y almacenado en un órgano llamado buche melario, una especie de saco. Desde este momento las enzimas de la abeja ya están trabajando en modificar el pH para comenzar a producir miel.
Con el estómago lleno, las abejas vuelan hasta su colmena en donde son recibidas por sus compañeras obreras; este néctar guardado es básicamente regurgitado en la boca de otra abeja que continuará con la transformación también por medio de enzimas. Esto se hace hasta que el pH está alrededor de 3.9, es decir, se vuelve ácida.
Una vez dentro de su celda aún conserva bastante humedad, por lo que las abejas llevan a cabo un ejercicio de abanicado con sus alas con la que quitan aproximadamente el 80% del agua sobrante por medio de evaporación.
Ya que está lista la miel en su celda, es sellada con cera para conservarla de la mejor manera. Así puede durar años en buenas condiciones. Maravillosa la naturaleza ¿no lo crees?
No es secreto que la miel tiene grandes propiedades más allá de ser un edulcorante completamente natural. En la gastronomía se utiliza de maneras infinitas e incluso fuera de la cocina es un producto codiciado.
Por ser rica en azúcares como la fructosa tiene la característica de ser higroscópica, esto significa que puede absorber la humedad del aire sin alterarse. Esto sirve si se agrega, por ejemplo, a un pan ya que hace que tarde en endurecerse.
También es buena para la salud: es antimicrobiana y antiséptica, esto quiere decir que es un excelente cicatrizante. En el lado cosmético se aprovecha su cualidad suavizante y astringente, así, es utilizada en mascarillas, cremas o tónicos faciales.
Todas estas bondades son gracias a millones de abejas. Imagínate que para producir 4 mililitros, algo así como una cucharadita pequeña de las que usamos para el café se necesita el trabajo de entre 10 y 12.
Y para cuidar aún más la miel y las abejas aquí van otros datos: para reunir un kilo de miel cada abeja debe volar entre 40 y 100 km para cosechar el néctar de al menos 560 flores diarias durante al menos 20 días. Sorprendente ¿no?
Los principales productores de miel del mundo son China, Turquía, Argentina, Ucrania, Estados Unidos y México. Nuestro país se encuentra en la sexta posición con alrededor de 57 mil toneladas al año.
En Yucatán, Campeche y Quintana Roo están registrados al menos 17 mil apicultores y esta zona deja al menos el 30% de la producción total del país.
Hay dos abejas que hacen esta labor principalmente, la apis mellifera y la melipona, esta última es una especie sin aguijón. Ambas producen miel de origen floral y en los últimos años, de acuerdo con CONABIO, los consumidores tienen una clara preferencia por este tipo.
Hablando en términos de comercialización, los apicultores -todas aquellas personas dedicadas a la crianza de las abejas con la finalidad de obtener sus productos- también basan su modelo de negocio en la jalea real, la cera y el veneno, buscando siempre una certificación orgánica.
Esta forma de producción garantizará mieles libres de agroquímicos y hechas de forma artesanal por las mismas abejas.