Para muchos es la estrella de la Nochebuena y cocinar el pavo de Navidad puede ser un ritual en el que toda la familia participa. No importa la receta que tengas o cómo te guste comerlo, algo que hará la diferencia será que elijas el correcto con las mejores características.
Entendemos que es mucho más accesible y rápido comprarlo congelado, pero cada vez hay más opciones donde lo puedes conseguir fresco y, por lo tanto, con una carne más jugosa.
Aquí te damos algunos aspectos que debes verificar antes de comprar el pavo de Navidad.
Hay dos diferencias clave que importan a la hora de cocinar el pavo: el tiempo de cocción y el sabor.
Cuando tienes poco tiempo y quieres que sepa más intenso, te recomendamos que compres un ahumado; estos pavos ya tienen una cocción previa y se concentraron sus jugos. No hace falta inyectarle nada, solo rellenarlo (si quieres) y meterlo al horno.
Si eres más artesanal y tienes tiempo, cómpralo natural. De esta forma podrás hacer todo tipo de marinadas e inyectarlo con lo que quieras.
Dependiendo del tipo de cocción que le des, concentrará su sabor y se mezclará con otros.
Es importantísimo que, de ser natural, el color de la piel sea rosa muy claro, esto te hablará del tipo de alimentación que tuvo el pavo y por ende, la calidad de la carne.
Te recomendamos comprarlo con cabeza, pescuezo y menudencias para que con ellas hagas el gravy o la marinada.
La sangre no debe ser demasiado oscura, pues eso te habla de un pavo que ya tiene tiempo de haber sido sacrificado. También asegúrate de que no tenga moretones ni áreas moradas.
Cuando compres tu pavo asegúrate que la carne esté firme. Esto te hablará de la frescura y el tiempo que tiene de sacrificado, además de qué tan bien se almacenó para conservarse.
Un tip que no falla es presionar una pechuga o pierna con el dedo. La carne debe de regresar a su forma original y estar dura.
Para asegurar la forma bonita del pavo al hornearlo, checa que no tenga huesos rotos y que todas las articulaciones estén en su lugar.
El aroma característico de las aves es fresco, con un ligero toque a granja, pero nunca debe de ser muy notorio.
Cuando vayas a comprar tu pavo, acerca tu nariz al interior y no debes percibir nada ácido o muy fuerte. Entre menos huela, más va a durar y más fresco está.
Las menudencias no deben de tener aroma y es mejor que te las pongan, junto con la cabeza y el pescuezo, en una bolsita aparte.
Siempre pregunta la procedencia del pavo. Dónde creció, de qué se alimentaba y cómo lo sacrificaron.
Muchas veces venden pavos enormes y preciosos cuya comida estaba adicionada con clembuterol y otras sustancias que sólo hacían que acumulara agua para subir de peso; cuando lo cocinas, esta agua se pierde e incluso se deshidrata y queda seco.
Si lo compras congelado, calcula bien tu tiempo. Tarda aproximadamente 2 días para descongelarse en el refrigerador y un par más afuera para que tenga una textura correcta y no se haga fea la carne.
Uno de los lugares más populares para conseguir pavos frescos es el Mercado de San Juan Gourmet. Ve con tiempo porque aunque es muy extraño que se agoten, los de mejor calidad se venden los primeros días de la temporada.
Contempla el tamaño de tu pavo dependiendo de las personas que van a comer. En crudo, calcula medio kilo por persona. El tiempo en el horno va a variar dependiendo de este peso, pero varía entre 45 minutos y una hora.