Es una realidad que nuestra manera de comer ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Con lo cambios en tecnología, estilo de vida y hábitos, nos surge la duda de cuáles serán los alimentos del futuro.
Va un dato preocupante: actualmente, el 75% del consumo humano en el mundo proviene solo de 12 especies vegetales y cinco animales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Lo peor es que muchos de estos alimentos -como la carne de res y los monocultivos de maíz, trigo o arroz– tienen un impacto ambiental importante pues contribuyen a la contaminación y deforestación y ponen en riesgo recursos naturales como el suelo y el agua.
“Si no cambiamos nuestros hábitos alimenticios no habrá suficiente comida para todos” en algunos años, dice April Redmond, vicepresidenta global de Knorr, empresa que se unió al Fondo Mundial para la Naturaleza (WFF) y expertos en nutrición, agricultura y sustentabilidad para lanzar una iniciativa llamada Los 50 Alimentos del Futuro.
Esta lista de 50 alimentos es una propuesta de cultivos vegetales nutritivos para las personas y buenos para el planeta. Entre ellos hay distintas variedades de algas, leguminosas, cactus, cereales, granos, verduras, hongos, semillas, oleaginosas, tubérculos y brotes.
“El mensaje de esta iniciativa es aumentar la diversidad de lo que comemos; la meta es celebrar lo local dentro de lo global”, explica Fabrice de Clerck, de EAT Foundation, durante una entrevista realizada en la presentación de 50 Future Foods, en París.
Esta fundación elaboró un reporte para determinar los factores que se deben cumplir -tanto a nivel de consumo como en el de producción- para que en 2050 se pueda seguir alimentando a la población del mundo.
“Queremos inspirar a la gente a comer distintos alimentos. ¡Estamos perdiéndonos de mucha comida! Queremos que la gente mire más allá de su alacena”, dice Dorothy Shaver, líder global de sustentabilidad de Knorr.
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Knorr, WWF y los expertos analizaron cientos de productos vegetales -nada de frutas, hierbas o especias- y asignaron valores nutricionales, de impacto ambiental y accesibilidad para escoger los 50 más nutritivos, más accesibles, de buen sabor y bajo impacto ambiental.
De los 50 cultivos, 17 se dan muy bien en México, están disponibles en la mayor parte del territorio nacional y su precio es asequible.
Estos son espinacas, berros, nopales, kale o col rizada, flor de calabaza, germen de alfalfa, jícama, camote, frijoles negros, habas, garbanzos, lentejas, quinoa, amaranto, arroz salvaje, linaza y ajonjolí.
Sin embargo, solo dos de estos cultivos son supermexicanos: el nopal y el amaranto.
El único cactus que aparece en la lista es el nopal, un alimento que se consume en México desde tiempos prehispánicos y en una variedad fabulosa, desde asados con una buena rebanada de queso panela ligeramente derretida, hasta en un caldo picoso elaborado con jitomates y chile guajillo.
Aunque crece muy bien en otros países, ¡en ninguno se come, solo en México!
En 2017, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) aseguró que el nopal “es uno de los cultivos más importantes para el siglo XXI” y reconoció que los esfuerzos para difundir su cultivo y usos culinarios no han sido suficientes ni bien aceptados.
Por su parte, el amaranto también es fundamental en México, pero a diferencia del nopal, su consumo no es tan diversificado.
En varias regiones del país se consume principalmente en forma de snack dulce -como las famosas alegrías con nueces y pasitas-, aunque en realidad la semilla y las distintas partes de la planta se pueden utilizar para sopas, cremas, ensaladas, postres y hasta bebidas.
Además, su valor nutritivo se caracteriza por tener más proteínas que el trigo, el arroz y el maíz.
Hablando de este último, si México es el país por excelencia del maíz, ¿por qué no aparece en la lista?
“México tiene una diversidad enorme de maíces, pero el consumo de esta diversidad se ha reducido de manera alarmante. El reto es reintroducir estos maíces a la alimentación cotidiana mexicana”, dice Fabrice de Clerck.
El mensaje es claro: es necesario consumir los alimentos que se dan en nuestras regiones en lugar de concentrar nuestra alimentación en solo unas pocas especies vegetales y animales.
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En la lista elaborada por Knorr, WWF y expertos también aparecen cultivos extraños para nuestras latitudes como las algas laver, wakame, la okra, los tomates anaranjados, las setas enoki, maitake y níscalos, el salsifí negro, la raíz de perejil y el rábano de carambao blanco.
Además, la raíz de loto, el ube, la vigna subterránea y unguiculata, los firjoles adzuki, marama, mung y de soja; también el arroz integral, el trigo sarraceno, khorasan, espelta, mijo africano, fonio y teff.
De hojas verdes, la remolacha, grelo, moringa, pak-choi, hojas de calabaza y col morada; semillas de cáñamo y junglans.
La iniciativa también propone que prepares platillos basados en cuatro principios: más vegetales (granos, leguminosas, verduras); más color (no cocinar de más los ingredientes); menos desperdicio (aprovechar todas las partes de las frutas y verduras); y más de lo bueno, es decir, cocinar mejor y añadir menos sal, azúcar y grasas dañinas.
“¡No te cierres! Si no te gusta una hoja verde eso no significa que no te gustarán otras. Si te equivocas al cocinar algo nuevo, cocínalo otra vez, intenta prepararlo de manera diferente”, recomienda Dorothy Shaver.
El futuro de la alimentación está en la biodiversidad.