Pareciera que beber leche cruda cuando los empaques de cartón nos han resuelto la vida se ha vuelto un pecado más grave que el gluten.
Pero ¿por qué? Te platicamos de los beneficios y desventajas de beber leche bronca.
Hay muchas cosas que podemos agradecer a los avances de la tecnología. Como el hacer que los ingredientes duren más, o de disfrutar de productos que no se dan en nuestro clima.
En el caso de la leche cruda -o leche bronca-, hay muchos temas sobre la mesa. Que si las bacterias, que si la cantidad de grasa, que si el estiércol.
Viéndolo fríamente, existe gente en comunidades rurales que siguen consumiéndola diario sin pasteurizar y que están perfectamente sanos.
Ahora, ¿por qué a la gente que no está acostumbrada suele hacerle daño?
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La leche cruda
La tendencia de optar por los ingredientes naturales y menos procesados pareciera tener una excepción y es la leche.
Leche cruda es ese líquido que se extrae de la glándula mamaria de vacas, cabras u ovejas que no pasó por ningún proceso de sanitización.
Se nos ha creado un prejuicio en el que creemos que no se puede consumir si no fue previamente pasteurizada. Muchos de los malestares se relacionan con la pesadez por la cantidad de grasa.
Efectivamente, la pasteurización es un facilitador de la seguridad en la leche. El mecanismo es simple: cambios bruscos de temperatura que matan los microorganismos patógenos. Posteriormente se empacan sin aire para garantizar la inocuidad.
La leche bronca generalmente es un poco más amarillenta que la que encontramos en los supermercados. El porcentaje de grasa es más alto y tiene varios nutrientes que pierde al pasteurizarse.
En las comunidades rurales, la gente consume la leche bronca sin ningún tipo de problema. En el Norte de México incluso preparan una bebida llamada Pajarete, la cual consta de chocolate en polvo, miel, alcohol o aguardiente y leche recién ordeñada. Una bomba de energía para arrancar el día.
Estas bebidas se preparan en granjas no industrializadas y la alimentación del ganado es natural. Por otro lado, quienes la consumen están acostumbradas a beber la leche sin pasteurizar.
Lo que verdaderamente es riesgoso
El miedo de la leche cruda viene de la industrialización. Al tener una cantidad de vacas incosteables de mantener en las condiciones que se deberían, al ordeñarse pueden estar en contacto directo con excrementos o microorganismos dañinos en el ambiente.
Tomar leche cruda de una granja industrial efectivamente es casi una certeza de contraer salmonellosis, E. Coli, Listeria u otras enfermedades de transmisión alimentaria.
Por otro lado, no estar acostumbrado a beber leche cruda también puede causar pesadez, diarrea y vómito.
Consumir derivados de leche cruda como quesos frescos, crema y yoghurt puede también causar estas enfermedades. En estos casos no hay un proceso químico que sanitice o elimine a los microbios.
Por otro lado, habría que pensar en la cantidad de conservadores de la leche en empaques de cartón y evaluar si no tiene consecuencias más graves que consumirla bronca.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) recomiendan no beber leche cruda para evitar cualquier problema.
Leche cruda orgánica, una alternativa segura
Como todos los ingredientes, es importante saber siempre de dónde viene la leche que tomas. Hoy en día se empieza a hacer popular la leche cruda orgánica, una propuesta que no pierde nutrientes con el calor y es completamente segura.
El principio es sencillo aunque caro para ejecutar en la realidad. Se trata de que las vacas crezcan en ecosistemas limpios y tengan una alimentación principalmente de pasto.
Algunas ventajas de consumir este tipo de leches es la obtención de antioxidantes naturales que se encuentran en el pasto, que son precursores de la vitamina A.
También ayuda que la leche cruda tiene un alto contenido de glóbulos blancos, que ayudan al organismo a defenderse contra una intoxicación alimentaria.
Con este tipo de leches sería seguro consumir quesos, yoghurt, crema y otros productos derivados del líquido en crudo.
