Veracruz es uno de los principales estados cafetaleros en el país y Femcafé lo sabe. Uno de los propósitos más importantes de esta cooperativa es “visibilizar el aporte de las mujeres en la actividad cafetalera“, por lo que se autodenominan como un café feminista.
Cuando pensamos en la industria del café es común identificarla como un trabajo masculino, desde la siembra y la cosecha, hasta la comercialización.
Sin embargo, la realidad es otra: hay familias enteras, incluyendo mujeres y niños, que trabajan en cafetales.
Femcafé se deriva del colectivo Vida AC que surgió hace 29 años y agrupa a familias productoras de café.
Hace cinco años, Vida AC elaboró un estudio para determinar qué miembro de las familias cafetaleras se beneficiaba de los ingresos del café y quién tomaba las decisiones en cuanto a qué hacer con ellos.
El estudio demostró que los hombres eran quienes siempre tomaban estas decisiones a pesar de que las mujeres también participaban en el desarrollo de la economía.
“Las mujeres difícilmente tienen acceso a la tierra (o a sus ingresos) aunque ellas también la trabajen“, dice Gisela Illescas, miembro de Vida AC y parte del grupo que comercializa Femcafé.
Integrantes de Vida AC desarrollaron un plan para que las mujeres obtuvieran remuneraciones directas por su trabajo físico que consistía en que un porcentaje del café cosechado solo sería comercializado por mujeres a lo largo del país. Así nació Femcafé.
Las mujeres trataron a los cafetales como un sistema agroalimentario e hicieron visibles las conexiones del café con la alimentación, la naturaleza y el poder del trueque.
Actualmente 157 familias de cuatro municipios veracruzanos –Ixhuatlán del Café, Cosautlán de Carvajal, Amatlán de los Reyes y Zongolica- trabajan con Femcafé y se benefician de la producción de este grano.
En el campo trabajan todos, pero la comercialización, distribución y administración está manejada únicamente por mujeres.
¿Otro de sus objetivos? Preservar la vida campesina de una manera digna.
Femcafé cree que el café no debe ser un producto para unos cuántos,un producto de élite.
Esta organización busca acercar el producto a las familias de manera económica y, al mismo tiempo, dar un precio justo a los productores.
Gisela Illescas explica que el 70% del costo total del café se va directamente a las familias productoras y lo demás es utilizado para gastos de logística y sueldos.
En el año 2000, el kilo de café cereza se vendía en 4 pesos y actualmente su precio está en 7 pesos, dice Gisela Illescas.
Para tener una vida campesina digna, Vida AC determinó que las familias productoras de café debían venderlo a 18 pesos el kilo.
Por ello, hace 10 años decidieron comenzar a exportar café a Estados Unidos, sin intermediarios. Esto significaba que no solo debían cosechar café y venderlo en cereza, sino también procesarlo.
Ahora venden café cereza, café verde, tostado y molido.
Gisela explica que el trato directo con el comprador, quitando a los famosos “coyotes”, logró que los precios no fueran tan bajos como los que se manejan mundialmente.
Exportar no fue nada fácil. Uno de los principales problemas que enfrentaron al principio fue el ser una cooperativa campesina y no una empresa, pero una vez más la organización y la seriedad con sus compradores dieron resultados.
Los procesos de calidad avalaron su trabajo como campesinos.
Actualmente la mayor parte del café que producen en Vida AC se exporta a Estados Unidos y todo es orgánico.
Femcafé en específico solo se comercializa en México y se vende ya tostado.
Lo encuentras en 18 estados del país, ya sea en tiendas, tianguis orgánicos o cafeterías, aunque desafortunadamente la ciudad de México no está entre ellos.
¿Quieres probarlo? Hacen envíos a todo México y el principal contacto es su página oficial y sus redes sociales.
Otra oferta de Vida AC es el turismo vivencial campesino.
En esta experiencia puedes visitar las comunidades cafetaleras y una familia productora te recibe en su casa.
Ver y vivir el día a día de la vida campesina ayuda a sensibilizarnos acerca de la importancia de dignificar la vida en el campo.