Congelar alimentos para conservarlos más tiempo es una práctica que aunque se ha vuelto muy común no tiene ni cien años de existir a nivel doméstico. Imagínate toda esa comida que puedes almacenar por meses y mantiene sus características intactas. Tener acceso a esto en casa es una gran ayuda.
Muchas de las ventajas de congelar dependen más de su proceso al descongelarse que de la congelación como tal. El agua dentro de los alimentos, al solidificarse, crea cristales que al volver a su estado natural rompen las fibras de los ingredientes. Si se descongela rápido, estos cristales actuarán de forma más agresiva y tu producto cambiará completamente.
Los congeladores permiten que nuestra comida se mantenga intacta y libre de microorganismos por lapsos que pueden durar hasta años. Lo óptimo es que la temperatura sea de -18ºC, aunque en casa vamos a tener -10ºC. Estas temperaturas hacen que los alimentos se congelen rápido y cambien lo mínimo organolépticamente.
Pero, ¿qué hay de esa lechuga que congelamos y al descongelar se marchitó? Pues no, este método de conservación no es para todos los alimentos. En términos generales, los alimentos que tienen alto porcentaje de agua no deben congelarse, pero aquí te damos una pequeña guía de los alimentos que no debes congelar y por qué.
Es muy común ver en los refrigeradores de supermercados estos ingredientes congelados, pero es porque tuvieron un proceso para mantener sus condiciones intactas. Si congelas estos productos sin blanquear, la fécula se deshace y cuando descongeles -aunque lo hagas lentamente- se harán granulosos.
¿Y qué significa blanquear? Cocinar en agua hirviendo con sal de grano durante 5 minutos.
Lechugas, espinacas, berros, quelites y hierbas son alimentos que no te recomendamos congelar. Todos estos tienen un porcentaje de agua de más del 70% del total de su composición, y al descongelar notarás que todas las hojas se marchitan. Si te excediste con las compras, te recomendamos que las blanquees previamente. En el caso de las hierbas de olor, puedes congelarlas en moldes para hielo cubiertas con aceite de olivo.
Además de tener una alta cantidad de agua en su composición biológica, este alimento se cataloga como potencialmente peligroso por sus altos índices de proteína. Al momento de descongelarlo, las fibras se romperán automáticamente y se descompondrá.
Esta fruta es de los productos que tienen más agua. Si congelas la sandía, al momento de volver a su estado inicial es posible que se desmorone completamente.
Aunque la cantidad de agua es menor que muchas otras frutas, el meterlas al congelador hará que automáticamente se oxiden. La apariencia se volverá café y al momento de descongelarlas no tendrán su textura adecuada. Ahora que si tu intención es hacer un pan de plátano que sepa delicioso, congélalo un par de días y los azúcares se concentrarán mejor.
Si congelas el huevo crudo, así, con todo y su cáscara, lo único que lograrás es que explote y tengas que limpiar todo tu refri. Al bajar de temperatura, el agua se expande, entonces el volumen ya no cabe en el cascarón. Si quieres congelar huevo te recomendamos que lo batas, lo metas en un tupper y así lo mantengas. También funciona separar claras de yemas y almacenarlas aparte.
Aunque la leche que encuentras en el supermercado es ultrapasteurizada, congelarla no es buena idea. Al descongelarse tendrá una apariencia grumosa, como si estuviera cortada. Si tu intención es someterla al frío para hacer smoothies o frappés a base de ésta, utilízala al momento para que tu bebida no tenga consistencia desagradable.
La combinación de grasa (proveniente del aceite adicionado) y el agua (que contiene el huevo de la receta) no hace muy buen equipo al congelar. Cuando se descongela, ambos productos se separarán y no se podrá consumir.
Cuando congelas alimentos altos en grasa suceden varios cambios físicos y químicos en los alimentos. En la crema (que tiene 35% de lípidos en su composición) sucede que se corta y deberás mezclar con más del producto en fresco para integrarla de nuevo.