El primer contacto que don Fernando Tamariz tuvo con los mariscos fue en La Viga, donde aprendió a desconchar ostiones. Su pericia y necesidad de trabajar lo llevaron a abrir, junto con su esposa Teo, un pequeño local de comida de mar cerca del metro Chabacano para después moverse a la calle Ayuntamiento, en el Centro Histórico de la ciudad de México.
Ahí, en lo que antes era un eje vial de cinco carriles, aún se encuentra el primer carrito metálico de don Fernando y doña Teo, que desde 1974 alimenta a transeúntes que buscan desayunar unas tostadas de ceviche, curarse la cruda con un “empapelado” o darse un lujito con los ostiones a la parrilla gratinados con epazote y queso.
Don Fernando murió hace cinco años, pero doña Teo y sus tres hijos –Diego, Fernando y Alejandro– se hicieron cargo de El Caguamo, negocio que con responsabilidad y trabajo diario pasó de ser solo un carrito metálico de mariscos a un restaurante de dos pisos con dos sucursales aledañas.
Esta es su historia:
Esta marisquería no para y tienes que probar todo lo que preparan. Son expertos en toda la cocina de mar, para más información visita sus redes sociales.
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