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Las maravillosas mieles monoflorales: ¿cómo se producen?

Por Valeria Enríquez (@ser_sustentable)

La miel es el resultado del trabajo de las abejas que recolectan néctar en los cultivos alimenticios y en las flores que encuentran a su alrededor; además de este alimento, las abejas generan un servicio ecosistémico de enorme valor para la vida llamado polinización.

Para dar una referencia sobre la importancia de la polinización, solo imagina que de ésta depende el 80% de los cultivos alimenticios del planeta; es decir, sin abejas nuestra oferta alimentaria quedaría reducida a casi nada natural.

Se ha registrado un declive de abejas a nivel mundial y de manera muy aguda en México, lo que pone en riesgo los servicios de polinización que ellas ofrecen y afecta a los apicultores y las familias que se sostienen de esta actividad económica.

Los estados con mayor declive son Jalisco, Durango, Coahuila, San Luis Potosí, Zacatecas y sobre todo la península de Yucatán, cuyas abejas también han sido afectadas por la deforestación, el uso de plaguicidas y el monocultivo intensivo de soya.

No todas las mieles son iguales

Aunque parezcan idénticas a la vista, no todas las mieles son iguales. Los procesos que se utilizan para producirlas son cruciales para la salud de las abejas y para brindar calidad a la miel que consumimos.

La miel, producida a través de la apicultura (una tradición milenaria que consiste en cuidar enjambres dentro de colmenas), es un producto rico en nutrientes y antioxidantes que puede originarse por una planta o por múltiples especies, lo cual, según Science Direct, influye en la composición bioquímica del producto.

La mayoría de las mieles que conocemos y están en el mercado son poliflorales, es decir, contienen néctar de distintas variedades de plantas, flores, hierbas, frutas de árboles, aceites esenciales, forrajes, maderas, y otras variedades de plantas melíferas.

En contraste, la miel monofloral es producida por el néctar de una sola planta, y aunque en la práctica es casi imposible encontrar miel monofloral pura, existen proyectos lindísimos que se dedican a éste tipo de producción.

Las abejas vuelan libres por las plantaciones en donde se alimentan y para lograr mieles monoflorales se necesita que vivan en espacios aislados para que no combinen el néctar de otras flores. Los apicultores deben tener sus colmenas en un área delimitada por flores de la misma especie y necesitan de una planeación peculiar que dependa del periodo de floración de cada una.

La producción de miel monofloral puede ser atractiva para los apicultores que buscan un precio premium en el mercado por su cualidades únicas de color, sabor, fragancia y otras cualidades incluso terapéuticas.  

Vivir de las mieles monoflorales

En México hay algunos proyectos dedicados a las mieles monoflorales. Uno de ellos es Miel Peregrinas, un proyecto familiar y artesanal que desde hace 20 años produce miel en la Sierra Norte de Puebla.

Desde 2005, el ingeniero en Agroecología Víctor Manuel Iglecias, apasionado y todo un experto en materia apícola, comenzó la “peregrinación” con su esposa y sus colmenas. La familia llegó al ejido El Morgadal, en Papantla, Veracruz, para cosechar la miel de azahar a partir de la floración de la naranja. ¡Un verdadero manjar!

De ese primer viaje, Víctor y su esposa lograron establecer una rutina anual de peregrinaje a tres floraciones durante el año: de marzo a abril en la floración de naranja; de mayo a julio aprovechan la floración en la zona cafetalera; y de septiembre a noviembre la floración de mozote que crece en el bosque de pino y en los cultivos de maíz.

Sus traslados fueron motivados principalmente para que sus colonias de abejas tuvieran siempre alimento natural proveniente de las flores y evitar complementarles con alimentos artificiales que regularmente se utilizan en la apicultura industrial.

De estos grandiosos viajes de las abejas logrados por las Peregrinas surgieron las mieles monoflorales de algunas floraciones como el jonote, café, aguacate, maguey, cha – chan, mozote, marangola y azahar.

Un detalle importante es que las mieles monoflorales contienen y concentran los beneficios terapéuticos de las plantas de origen. Por ejemplo, para relajar el sistema nervioso sirve la flor de cha-chan; para consumir miel rica en nutrientes, vitaminas, aminoácidos y minerales se recomienda la monofloral de maguey; la de jonote es utilizada para dolencias digestivas o estomacales; la de flor de mozote para desintoxicar el hígado y riñones; y la proveniente del azahar para gripas y resfriados, y también para relajar.

Este proyecto familiar y local vende su miel principalmente en la ciudad de México con la idea de contrarrestar la inercia de que los buenos productos solo funcionan para exportación. Puedes encontrar las mieles Peregrinas en el Mercado el Cien y su página de Facebook.

El proyecto de la familia Iglecias es el vivo ejemplo de un círculo virtuoso que empezó con una colmena instalada en un bote de tamales y se convirtió en 300 colmenas que viajan por distintas plantaciones agroecológicas alimentándose, polinizando y dándonos la oportunidad de saborear las mieles monoflorales que se producen gracias a ellas.

Consumir productos derivados de la apicultura sustentable es una manera de cuidar la naturaleza al mismo tiempo que disfrutas de sabores y texturas deliciosas. No olvides que comprometerte a comer alimentos libres de plaguicidas* es una manera concreta de proteger y salvar a las abejas que están sufriendo y muriendo en parte por la agricultura intensiva que sin contabilizar los costos de los daños ambientales que genera, surte de insumos a la industria alimentaria.

*Los alimentos orgánicos y derivados de la agricultura ecológica no utilizan plaguicidas que puedan ser tóxicos para las abejas, el agua, los suelos, el aire o tu cuerpo*.