Vamos a romperte el corazón: la naturaleza no nos da zanahorias bebé o baby carrots, ese fabuloso antojo crujiente que –al menos en México- acompañamos con un poquito de limón y chile en polvo (si es Tajín, mejor).
En realidad, la historia de la zanahorias bebé se remonta a la década de los 80 en California, Estados Unidos, lugar donde fueron creadas –sí, ¡creadas!- por un agricultor llamado Mike Yurosek. Según The Washington Post, esta es una de las innovaciones más simples y, sin embargo, más influyentes en la historia de las verduras a nivel mundial.
El diario cuenta que a principios de los 80 el negocio de la zanahoria se había estancado en Estados Unidos. Los agricultores muchas veces cosechaban verduras que no contaban con los requerimientos estéticos de la época, es decir, zanahorias feas y deformes no aptas para vender en los estantes de los supermercados (tendencia que continúa y que provoca el desperdicio de toneladas de alimentos al día, por cierto).
En 1986, Yurosek pensó en una forma de utilizar las zanahorias deformes y probó algo nuevo: en lugar de tirarlas, las transformó en algo más apetecible, las famosas baby carrots.
Yurosek compró un cortador industrial que cortó las zanahorias en pedazos uniformes y lisos de 2 pulgadas, el tamaño que aún hoy conservan las baby carrots, pero nunca imaginó que su “invento” tendría tanto éxito.
Un año después de la creación de las zanahorias bebé –en 1987- el consumo de este vegetal aumentó 30% en Estados Unidos; 10 años después –en 1997-, los estadounidenses ya comían 117% más de zanahorias.
Las baby carrots no solo revivieron la industria de la zanahoria en EU, dice el Washington Post, sino también ayudó a que las granjas pudieran aprovechar los desperdicios y vender sus vegetales en los supermercados.
¿Quieren ver cómo se hacen? Va un video: