El mezcal se bebe a besos, ya lo sabes. Dentro y fuera de México, el mezcal ha ganado poco a poco un lugar insustituible en la vida de cientos de personas. Sin embargo, el incremento en el consumo de este destilado está provocando el agotamiento de algunas especies de agaves por sobreexplotación.
Empecemos por entender el problema. El género maguey es muy diverso. De las aproximadamente 211 especies que existen en el continente americano, 159 se encuentran en México (es decir, 75%) y 119 son endémicas. En Oaxaca –el estado con mayor diversidad de agaves- se han identificado 37 especies y 7 subespecies, y prácticamente todas son utilizadas para elaborar mezcal.
De acuerdo con el Consejo Mexicano Regulador de la Calidad del Mezcal (Comercam), en México se producen alrededor de 3 millones y medio de litros de esta bebida al año, principalmente en Oaxaca, pero también en los otros 8 estados que poseen la denominación de origen del destilado: Guerrero, Guanajuato, Durango, San Luis Potosí, Zacatecas, Tamaulipas, Puebla y Michoacán.
La creciente demanda ya generó un conflicto en la producción de la bebida y el aprovechamiento de los magueyes, por lo que la respuesta al problema está en buscar soluciones sustentables. La Destilería Los Danzantes –pionera en introducir el mezcal en la vida cotidiana de los mexicanos desde los años 90 con el mezcal Alipús– busca mantener la diversidad y el acceso a agaves silvestres y semicultivados a través del Proyecto Maguey.
Desde 2012, Los Danzantes e investigadores de la Universidad Autónoma de Chapingo desarrollan semilleros de agave Tobalá con el propósito de asegurar la sustentabilidad de la planta para poder satisfacer la demanda futura. En ese año se entendió que es necesario regresar a la naturaleza lo que ella nos da. ¿Lo malo? La experiencia de los semilleros no funciona para todas las especies.
Con el Proyecto Maguey, Los Danzantes, Chapingo y el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) realizaron estudios para identificar agaves mezcaleros con problemas de reproducción y amenazas de sobreexplotación.
Proyecto Maguey analizó las características genéticas de los agaves y recolectó ejemplares de diferentes especies en Oaxaca.
Aprovechando la capacidad natural que tienen los agaves para generar hijuelos, Proyecto Maguey creó un banco de germoplasma para comenzar un programa de multiplicación por cultivo de tejidos.
Luego de su reproducción, las plantas se trasladaron a Oaxaca para su etapa de aclimatación. Aquí se mantuvieron entre tres y seis meses antes de mandarlas a viveros en cuatro regiones de la entidad para madurar y ser cuidadas hasta cumplir al menos un año, edad en la que alcanzan la vitalidad necesaria para ser trasladadas al campo.
Desde 2014 y hasta el momento, esta iniciativa ha colectado más de 100 ejemplares de 20 especies, de las cuales 14 se han podido reproducir mediante esta técnica, lo que ha permitido observar su comportamiento y desarrollo tanto en la fase inicial de adaptación en viveros como en las plantaciones definitivas. Las demás siguen en estudios.
Proyecto Maguey ya cuenta con 457 mil plantas, entre ellas los agaves Arroqueño, Coyote, Mexicano, Cincoañero, Sierra Negra, Azulín, Maguey de Lumbre, Madrecuishe, Tobasiche, Barril, entre otros.
“Sabemos que tenemos que desarrollar modelos económicos adecuados a esta era, donde aprovechar no es lo mismo que explotar, donde cada paso en la cadena debe generar valor. El trabajo colaborativo permite desarrollar la inteligencia colectiva”, dice Los Danzantes.
Recordemos que sin maguey no hay mezcal. Es el apoyo y atención a estas iniciativas lo que permitirá que la madre naturaleza siga regalándonos agaves para producir esa bebida que nos conecta con nuestro espíritu, el fabuloso mezcal.