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¿De dónde viene la tradición de dejar propinas en los restaurantes?

Por Animal Gourmet

En algunos lugares del mundo es natural calcular la propina en el momento en que llega la cuenta, pero en algunos países -como en China y Japón- es de mal gusto hacerlo. La palabra propina viene del latín propinare que significa dar de beber, esto debido a que se acostumbraba regalarle un trago a alguien por agradecimiento. La RAE define la palabra propina como un “agasajo que se da de más sobre el precio convenido y como muestra de nuestro agradecimiento” por un servicio. 

Se dice que esta regla social no escrita viene desde la antigua Roma, pero un dato más exacto remite a Inglaterra en el siglo XVII, cuando los dueños de los bares -conocidos como pubs– ponían una lata en el mostrador para que las personas dejaran unas monedas por el servicio de los empleados del lugar. También se dice que el nombre que se le da en inglés tip- viene del sonido que hacían las monedas al caer en la lata.

Según el libro Tipping, del autor Kerry Segrave, en el siglo XVII se esperaba que los huéspedes que pasaban la noche en casas privadas entregaran sumas de dinero -conocidas como vales– a los sirvientes del anfitrión. Poco después, los clientes comenzaron a adaptar este acto en los cafés de Londres y otros establecimientos comerciales.

Después de la Guerra Civil (que terminó en 1865), los estadounidenses ricos comenzaron a viajar a Europa e intentaron llevar a su país esta costumbre de dejar propinas, pero de inmediato fue rechazada. El New York Times informa que las propinas fueron mal vistas en los Estados Unidos ya que se consideraban antidemocráticas y alentaban el clasismo distinguiendo aún más a los ricos de los demás.

Debido a este rechazo se creó la Sociedad Anti- Propinas en 1904 en Georgia; este organismo de 100 mil miembros se comprometieron a no dar propina a nadie por un año. En 1909, el estado de Washington se convirtió en el primero de seis estados en aprobar una ley anti- propinas, pero la costumbre persistió. La nuevas leyes difícilmente se respetaron y no pudieron sostenerse en la corte, así que en 1926 todas las leyes anti-propina tuvieron que ser revocadas.