Un mesero camina con firmeza entre las mesas del restaurante Las Jícaras del Huanacaxtle mientras lleva una jícara llena de caldo de piedra hirviendo. El humo de la sopa flota entre las mesas. El aroma, una mezcla de preparaciones de pescado, jaiba, camarón, hojas de mumu (conocida en el resto del país como hojasanta) y de piedras volcánicas al rojo vivo, baña a los comensales.
“Nosotros cocemos hasta las piedras”, dice William Flores Martínez riendo. Flores Martínez, también conocido como “Willi”, es el dueño y el gerente de Las Jícaras del Huanacaxtle, un restaurante que sirve caldo de piedra en San Cristóbal de las Casas, una de las ciudades principales de Chiapas, el estado más al sur de México.
El caldo de piedra suele incluir caldo, frutos del mar frescos y piedras calientes, las cuales, según Flores Martínez, le dan un sabor especial al plato, a la vez que calientan los demás ingredientes.
Flores Martínez dice que el plato es originario de San Felipe Usila, un municipio en el vecino estado de Oaxaca que está ubicado a más de 625 kilómetros (388 millas) del restaurante. Flores Martínez vivió en Oaxaca por más de 14 años.
Flores Martínez dice que, cuando visitó San Felipe Usila, vio a unos pescadores cocinando una sopa de pescado y camarones con piedras el rojo vivo en un caldero. Después de probar la sopa, su asombro creció aún más. Años después, Flores Martínez trajo los sabores y las técnicas para preparar caldo de piedra a esta comunidad empedrada.
Flores Martínez dice que el caldo de piedra le reveló el secreto de que el sabor de un plato depende de la calidad de los ingredientes, del método de preparación y de la sazón y el ingenio del cocinero.
“Para hacer un buen caldo de piedra, debes incluir el mejor pescado, los mejores camarones y la mejor jaiba, pero también debes tomar en cuenta el tipo de roca que usarás y el tipo de leña en el que calentarás las piedras, porque esas rocas estarán impregnadas de la ceniza de la leña”, dice Flores Martínez.
Él recomienda piedras de un río con origen volcánico, pues esto asegura que la caliza se rompa cuando entre en contacto con el fuego. Las piedras deberían ser calentadas en leña de roble, añadió.
“Solo uso leña de roble para calentar las piedras. Nunca utilizaría pino, ya que por sus aceites da un toque amargo a los alimentos”, dice.
Flores Martínez cuenta con un inventario de casi 500 piedras volcánicas, cada una de las cuales usa unas 10 veces, dice. Después de usarlas varias veces, se rompen fácilmente en el caldo y deben ser desechadas, dice.
El recipiente en el que se cocina el caldo también es importante, según dice Flores Martínez. Él prefiere usar frutos secos del árbol de jícara. Este fruto es casi siempre tan grande como una mano adulta, aunque hay varios que son más grandes.
Para Flores Martínez, un buen cocinero es alguien que logra combinar pasión, sabor, conocimiento y deleite para los clientes. Él cree que el caldo de piedra es un plato que logra despertar sensaciones y sabores tan solo con su apariencia.
“Para los clientes es asombroso observar el proceso de cocimiento y hervor que provocan las piedras al rojo vivo entre la carne de pescado y los mariscos”, dice Flores Martínez. “Ver hervir el caldo frente a ellos, no es algo que comúnmente puedan disfrutar”.
INGREDIENTES — CALDO
INGREDIENTES — SALSA
Para 1 ó 2 boles
Cómo preparar el caldo de piedra de William “Willi” Flores Martínez
Unas palabras finales de Flores Martínez:
“Lo que me gusta de este platillo es el proceso de cocimiento, con las piedras calientes parece una fuente de aguas termales ante los ojos del cliente y la expresión de su rostro es inolvidable”.
Esta historia fue publicada originalmente en Global Press Eats.