Una vez que aceptaste que la mayoría de las que compras en el supermercado son casi pura azúcar, entonces estás listo para iniciarte en el mundo de la granola casera.
La granola casera es un lienzo en blanco. Empiezas por una simple base de avena y nueces, un poco de aceite o mantequilla y el endulzante que se te antoje (jarabe de agave, jarabe de arce, miel, etcétera) y tienes por delante varios caminos para preparar esta delicia.
Aunque prepares granola en casa, no te excedas. Los lineamientos federales de Estados Unidos la clasifican como “un postre a base de granos” y la ubican en la misma categoría que las galletas, las donas y los pasteles. Si quieres hacerla parte de tu desayuno usa solo dos cucharadas, máximo tres.
Depende de ti. Las diferentes técnicas de preparación resultan en distintas texturas. Las mezclas que tienen más endulzante, por ejemplo, generalmente hacen que los ingredientes de la granola casera se adhieran mejor entre ellos, formando una granola más grumosa.
Para conseguir esta consistencia presiona ligeramente la mezcla cruda cuando esté sobre la bandeja para hornear y no la revuelvas inmediatamente después de sacarla del horno.
También puedes revolver los granos con una clara de huevo antes de hornearlos para obtener una consistencia más similar a una galleta.
Para una versión más suelta reduce la cantidad de edulcorante líquido y revuelve antes de que se enfríe, así romperás cualquier aglomeración de avena.
Una de las mejores cosas sobre la granola es que siempre puedes adaptarla a tus gustos. ¿Quieres usar cerezas secas en vez de arándanos? Hecho. ¿Pepitas en lugar de semillas de girasol? Estupendo.
Pero hay que tener en cuenta algo importante: mantén la proporción de ingredientes húmedos-secos casi igual a la receta original para asegurar un resultado positivo.
Siéntete libre de mezclar y combinar los elementos que componen tu granola. Si deseas un ingrediente húmedo diferente, por ejemplo, aceite de oliva en vez de mantequilla, también es importante mantener la relación de azúcar de la mezcla húmeda.
Ten en cuenta que algunos edulcorantes como el agave tienen un sabor más dulce que otros, por lo que es posible que necesites marcar de nuevo la cantidad que decidiste intercambiar.
Una temperatura baja y cocción lenta es la clave para que la granola no quede seca o quemada. Para una granola perfecta con tonos dorados y marrones debes cocinarla entre 150-180 grados Celsius, cualquier temperatura más elevada puede causar que ingredientes como los frutos secos y semillas se quemen antes de que el lote de avena tenga la oportunidad de secarse adecuadamente.
Es mejor que la cocción permanezca a una temperatura baja, sin quitarle la vista de encima, y revolviendo de vez en cuando para ayudar a que todos los ingredientes se cocinen uniformemente.
Una granola espaciada es deliciosa por su sabor audaz, pero una cucharadita de especias de más podría resultar abrumadora.
Por ejemplo, si usarás canela comienza con la mitad de una cuchara por cada seis tazas de avena; para las especias con sabores más intensos como la pimienta inglesa o el cardamomo empieza con un cuarto de cuchara y ajusta poco a poco dependiendo tu gusto.
También puedes experimentar con extractos como la vainilla o aguas perfumadas como agua de rosas o agua de flor de naranja; sin embargo, hay que tener mucho control sobre las cantidades, ya que puede ser muy intenso, así que comienza solo con un octavo de una cucharadita.
Es importante añadir estos condimentos a tu granola antes de que entre al horno, así los sabores pueden difundirse bien mientras la avena se cuece. Ya sea una granola dulce o salada, no te olvides de añadir una pizca de sal para potenciar los sabores.
En general, las nueces y las semillas pueden ir directamente a la mezcla de avena cruda para que también puedan obtener un sabor tostado mientras se hornean. Agregar semillas de cacao justo en los últimos minutos de horneado es una excelente recomendación para darle un toque amargo y nutritivo a la granola.
Para mezclas con frutas secas o flores comestibles es necesario esperar hasta que la avena esté lista, retirarla del horno y posteriormente añadir estos elementos.
Para preparar tu granola evita utilizar avena de cocción rápida, ya que no conserva la mejor textura mientras se cocina dentro del horno. Hacer tu propia granola es una gran excusa para explorar el pasillo de granos y cereales que ofrecen en los supermercados.
De la misma manera que puedes cambiar la variedad de nueces y semillas, también puedes experimentar con bases diferentes a la avena y utilizar granos enteros en copos como centeno, quinoa o espelta. Recuerda asegurarte de mantener los elementos en proporción.
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