Ahí les va una verdad que les va a gustar: el cacao es un alimento y es orgullosamente mexicano. Desde tiempos prehispánicos se domesticó en la Selva Lacandona en Chiapas y en la región de la Chontalpa en Tabasco, entidad que tomó como bandera de identidad esta maravilla de la tierra y que se ha preocupado por mostrar a turistas y locales el camino que esta fruta sigue desde que es semilla hasta su transformación en chocolate y otros productos que amamos o desconocemos.
La Hacienda Cacaotera Jesús María -que produce los chocolates marca Cacep- y La Hacienda de la Luz –donde el cacao crece rodeado de diversos árboles como los de caña de azúcar, canela, vainilla y que es famosa por sus bombones- forman parte de la llamada Ruta del Cacao en Tabasco y ambas se dedican a explicar el proceso de transformación que sigue el cacao desde la tierra hasta tu corazón (o bueno, tu barriga).
Para que la próxima vez que te comas un buen chocolate -de esos que de verdad tienen cacao y no puras grasas y azúcares- pienses en cómo nace, te contamos:
Desde que es una pequeña matita se sabe el tipo de cacao que será por el color de la semilla. Hay tres variedades: el criollo, que es el oriundo de esta región y su semilla es blanca; el forastero, que llegó de tierras españolas, y el trinitario, resultante de la combinación de los dos cacaos anteriores.
Por su clima húmedo, Tabasco es idóneo para el cultivo de cacao. Una vez que se cosecha, se quita la pulpa que lleva dentro.
Sus granos se fermentan durante unos días.
Luego se secan al sol, se guardan en sacos de yute y se transportan a la fábrica.
Ahora sí, los granos de cacao están listos para ser molidos.
Con ayuda de diversas maquinarias, lo limpian, tuestan, le quitan la cáscara, lo muelen, refinan y prensan para obtener licor o pasta de cacao, es decir, las conocidas tabletas de cocoa que pulverizadas dan lugar a la cocoa.
Del prensado también surge la manteca de cacao, a la cual se le agrega azúcar y leche, se mezcla, refina y se le adiciona la vainilla para hacer un concentrado almacenado a temperaturas específicas que permiten moldearlo y empacarlo.
¡Y listo! Así nace un buen chocolate proveniente de la región de Tabasco, estado que produce 67% del cacao en México.
Todo lo que el cacao ofrece es bastante interesante. Consumido crudo aporta propiedades medicinales y regula la presión arterial por el alto contenido de taninos que posee el mucílago, la sustancia que envuelve sus granos, los fermenta antes de ser tostados y que tiene un sabor agridulce (además de que, dicen, es un fuerte afrodisíaco).
El consumo diario recomendado de chocolate es de 50 gramos en una dieta equilibrada, lo que te aportará vitaminas, minerales y grasas benéficas, además de la dopamina, la hormona de la felicidad.
Un chocolate de buena calidad estará elaborado a base de pasta y manteca de cacao sin exceso de endulzantes o grasas vegetales que la mayoría de las marcas comerciales de chocolate tienen. Si no lo crees, ¡fíjate en la etiqueta! Aquí te enseñamos a reconocer un buen chocolate de uno malo.
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