“Hay que repetirlo: los mesoamericanos no sembramos maíz, los mesoamericanos hacemos milpa. Y son cosas distintas porque el maíz es una planta y la milpa un modo de vida”, así inicia el libro de La Dieta de la Milpa, una publicación impulsada por la Secretaría de Salud y la Alianza por la Salud Alimentaria.
¿Y de qué hablamos cuando hablamos de milpa? No, no solo es el cultivo de maíz, es todo un sistema agrícola que contempla múltiples cultivos, entre ellos vegetales, cereales y leguminosas, desde ingredientes mesoamericanos hasta otros que no lo son pero que ya se incorporaron a nuestra cocina. Hasta el momento se han registrado unos 60 productos que forman parte de la milpa, un sistema que impulsa y promueve el autoconsumo.
“‘Francia es diversidad’, se ufanaba el historiador Fernand Braudel en las civilizaciones actuales. Pero es que Braudel no conocía México” expresó alguna vez el filósofo y escritor Armando Bartra. Diversidad, adaptabilidad e integración son las principales características la dieta de la milpa.
La dieta de la milpa contempla un montón de productos que nos ha dado la tierra desde tiempos prehipánicos, pero en su pedestal están “los cuatro fantásticos”, la combinación de maíz, frijol, calabaza y chile.
Los pueblos indígenas mesoamericanos identificaron cuatro alimentos que presentan una gran sinergia a nivel productivo agrícola y alimentario. El consumo de estos alimentos permite tener una alimentación completa y saludable, ya que la combinación de los cuatro genera una dieta adecuada con los nutrimentos esenciales que necesitamos.
Pero además, la dieta de la milpa incluye otros vegetales ricos en fibra, minerales, antioxidantes y micronutrimentos como los nopales, quelites, quintoniles, ejotes, chayotes, berros; leguminosas y oleaginosas como habas, amaranto, cacahuates y piñones que se encargan de cubrir el aporte proteico que requerimos. Frutos como la guanábana, papaya, chicozapote, mamey, guayaba, tejocote y otros para obtener vitaminas y minerales; el aguacate para las grasas saludables; cereales integrales y tubérculos como el camote, yuca o el chayote para proporcionar almidón, mientras que los pescados y mariscos nos suministran de proteína animal.
También quesos como el requesón (¡tiene el menor porcentaje de grasas!), endulzantes naturales como la miel de maguey y la de abeja, aves e insectos. ¡Ah!, no hay refrescos, pero sí bebidas más saludables para tomar con moderación como el aguamiel de maguey, el pozol, el chocolate y el atole.
A pesar de tantas maravillas que nos brinda nuestra tierra, las culturas alimentarias tradicionales han perdido terreno frente a otras dietas y éste es un factor que amenaza la salud de los mexicanos año con año. Acostumbramos culpar a los antojitos que abundan en nuestras calles – tacos, tamales, tortas, papas en baños de salsa y demás encantos que nos caracterizan-, cuando el verdadero problema es el exceso, el sedentarismo y probablemente nuestro país vecino y su sucia industria alimentaria, pero no nuestra comida de origen.
Como indica un fragmento del libro, en México vivimos una situación paradójica en la cual existen más de 28 millones de mexicanos en carencia alimentaria y, al mismo tiempo, más de 48 millones de personas padecen sobrepeso u obesidad.
Según la Alianza por la Salud Alimentaria, si sigues una dieta basada en los productos que brinda nuestra milpa serás más saludable. ¿Por qué?
*Esta dieta favorece la eliminación de toxinas.
*Te da un balance proteico. Será difícil excederte en proteínas porque lo que consumas te aportará fibra, la cual estimula la sensación de saciedad. Además, los alimentos con proteína vegetal -que aportan fibra soluble e insolubre- inhibe la absorción de colesterol y disminuyen el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
*Favorece el balance ácido alcalino debido a que la proteína vegetal aporta más calcio y magnesio.
*Te aportará menos grasas.
Si te queda alguna duda, el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), afirma que la dieta de la milpa regula la alimentación con un balance de macronutrientes: proteínas, carbohidratos y grasas y fibra vegetal y mejora la disponibilidad de micronutrientes como vitaminas, minerales y fitoquímicos. ¿Qué más podemos pedir?
Descarga AQUÍ el libro completo y sumérgete en la maravilla de nuestra milpa; también prepara una sopita de milpa y ¡viva México!