Como a muchos alimentos -especialmente los productos ultraprocesados-, a los edulcorantes artificiales se les culpó de causar cáncer, de vejiga, específicamente.
Estas acusaciones pasaron a ser un mito alimentario después de profundizar en los resultados de investigaciones y experimentos que se llevaron a cabo en ratas. Según el Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos, los resultados de los estudios indicaron que no existe “una relación clara” entre el consumo de edulcorantes y el cáncer.
Además, los estudios de otros edulcorantes aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) tampoco han demostrado evidencia científica.
Los edulcorantes artificiales son sustitutos del azúcar, es decir, son sustancias que se utilizan en lugar de la sacarosa -azúcar de mesa- para endulzar alimentos y bebidas. Debido a que los edulcorantes artificiales -como la sacarina, aspartame, sucralosa y neotame– son mucho más dulces que el azúcar de mesa, se necesitan menores cantidades para crear el mismo nivel de dulzor.
Sin embargo, SÍ hay un problema con el consumo de edulcorantes. La gente los consume para ingerir menos azúcar (energía) en su café, en sus postres o en cualquier otro alimento, ¿cierto? Hay un pequeño problema: después de consumir estos sobres de diminutas y dulces partículas, el azúcar que “te ahorraste” será directamente proporcional al nivel de apetito que tendrás después, paulatinamente. En pocas palabras, terminarás comiendo más por intentar restringir tu consumo de azúcar con edulcorantes, según el dietista-nutricionista español Aitor Sánchez García.
Los edulcorantes artificiales que defendemos como agentes para combatir la obesidad y la diabetes, en parte podrían estar fomentando estos padecimientos. De hecho, lo que en realidad están haciendo es cambiar la composición y función de la microbiota, acelerando el desarrollo de intolerancia a la glucosa y la enfermedad metabólica.
La microbiota es la comunidad diversa de bacterias en el intestino del ser humano. Con respecto al metabolismo energético, la microbiota puede determinar una mayor o menor eficacia en la extracción de energía de la dieta, así como una mayor o menor tendencia a depositar el exceso de energía como tejido adiposo. Así es, esas llantitas que tanto tememos tener.
Estamos acostumbrados a enfocarnos en la cantidad calórica de los alimentos, por esta razón la industria nos bombardea con productos de menos de 100 calorías para sacrificar antojos, sin embargo, la elección más saludable en realidad depende más de sus componentes y cómo reaccionan con nuestro cuerpo.