La posibilidad de conocer qué vino es el que más se adapta a nuestro paladar, por qué esa varietal y hasta la razón por la que una forma u otra de botella es la que más nos gusta, puede ser una información que obtengamos con un fundamento genético. SÃ, a ese momento hemos llegado, a que nuestra composición genética también pueda indicarnos cuál es nuestro vino favorito.
Asà lo plantea la compañÃa de origen estadounidense Vinome, especializada en analizar genéticamente cada paladar para ofrecerle las mejores posibilidades de vino que empaten el muy personal gusto de cada uno.
El proceso es sencillo. Te envÃan un kit en donde debes depositar una muestra de saliva, se manda a analizar el ADN para determinar tu perfil de gusto y consultas los resultados en lÃnea; además, puedes recibir muestras -al puro estilo club de vino, pero curado genéticamente- de etiquetas que de acuerdo a los resultados son ideales para tu particular gusto y paladar.
El genoma humano contiene más o menos 200,000 genes y cada uno de ellos un código de ADN que habla de las caracterÃsticas fÃsicas de cada persona y que en conjunto te hacen ser tú. El paladar para vino se define por los sentidos como el gusto y el olfato, mismos que, a su vez, se definen por un tema genético -tan solo en la lengua y en la nariz hay receptores de sabor y olfativos conectados con cientos de genes dedicados a ello-.
Cada código, cada variación genética entre una persona y otra, puede resultar en enormes cambios en el sabor, el gusto y desde luego en el olfato, lo que explica que haya ingredientes o platillos que puedan ser los favoritos de una persona y despreciados por otra.
Tratándose del mundo del vino y de los cientos de sabores y aromas alrededor de él, lo que hace interesante esta prueba es que ofrece, a partir de un estudio genético, un verdadero código que indica y caracteriza tu paladar de bebedor y entusiasta de vino, definido por tu ADN.
Ya estamos en el siglo XXI, asumamos y celebremos el avance de la ciencia y, con ello, brindemos.